6. Aprendiendo a olvidar

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Todo a partir de ese momento fue vacío, y se sentía como si una capa de niebla cubriera sus corazones. Esmeralda casi no hablaba, se sentía mal, parecía que ya no había nada en su cabeza. Trabajaba sin ganas y recordaba a su amigo con cualquier cosa que hiciera. Su amistad inquebrantable de diez años había sido arrebatada por extraños en un abrir y cerrar de ojos.

Cada día se deslizaba tan lentamente que la niña perdía de vez en cuando la noción del tiempo, ya no jugaba en los alrededores de la casa, ni le gustaba acompañar a su madre a Alúan. Ese lugar estaba lleno de recuerdos; como la vez que le jugaron una broma al panadero o cuando enseñaron a un niño más pequeño a contar mientras su madre realizaba las compras, las tardes en las que juntaban sus niros y compraban alguna golosina pequeña, que no pasara de los diez niros, para después compartirla entre los dos. Tantas cosas habían sucedido desde aquella tarde en la que se conocieron que le resultaba difícil entender que su amigo ya no estaba y que jamás volvería a reír con él. Ahora las escaleras de aquella antigua casa estarían siempre vacías, por eso, se negaba a viajar para allá.

Una vez su madre le dijo que las cosas pasaban porque el destino estaba escrito ya. Nada ocurría por casualidad. Cada pequeño suceso que se presenta conducirá a un nuevo camino que poco a poco nos irá acercando a nuestro destino, pero no imaginaba qué tipo de camino se abriría para ella, si ahora estaba sola.

Cuando las grandes nubes opacan el azul del cielo hay que buscar un rayito de sol y eso es lo que Mim trató de hacer para Esmeralda.

—Hola cariño —saludó sonriente la mujer a su hija.

—Hola —dijo Esmeralda, cortante y desanimada.

—Ya han pasado seis meses desde que se llevaron a Ezra, creo que es hora de que regreses a tu vida —expresó Mim a su hija limpiándole algunas lágrimas que se deslizaban por sus blancas mejillas—. Mira. —La mujer le extendió un papel que decía: «Convocatoria para trámite de beca. Coralli.»

—No puedo —dijo Esmeralda recostándose en la mesa.

—Mi amor, los sueños siempre se vuelven realidad, sólo que a veces lo hacen de una manera... algo extraña. —Mim puso el papel en la mesa y le dio un beso a su hija—. Me dijeron que en los bosques necesitan recolectoras de cerezas, podrías trabajar en el bosque y en el taller. Yo pediría que me den tiempo completo y a ti el turno de la tarde.

Esmeralda miró el anuncio fijamente, no le pareció que debiera seguir aquel sueño, al fin y al cabo, ella buscaba ayudar a su amigo también y ahora que no estaba, ¿con qué razón debería seguir luchando? De pronto, recordó la bolsita de niros que le dio Ezra. Corrió a su cuarto, la bolsita estaba sobre un mueble. 

La chica la sostuvo y la colocó junto a su corazón, regresó con su madre para sonreírle alegremente, como hace mucho tiempo no lo hacía.

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz