58. El cuaderno no era serio

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Comenzaron a pasar las semanas, Esmeralda y Kuri lograron que Wolt hablara al menos un poco, y lo convencieron de que lo correcto era que fuese a invitar a Cindél antes de que abriera el restaurante, ya que la muchacha tendría que trabajar y eso dificultaría realmente que los chicos pudieran hablar. Esmeralda sería la que le diera pie a Wolt para que pudiera invitar a la chica, así que caminó hacia las mesas y se aceró a ella.

—¡Hola, Cindél! —exclamó Esmeralda entusiasmada porque era al fin el día.

—¿Cómo te va, Esmeralda?

—¿Recuerdas a Wolt? —dijo la chica sonriente.

—Sí, por supuesto, él trabaja aquí. Escucha Esmeralda... Sé lo que pretendes —insinuó Cindél.

—¿Lo sabes?

—Sí, es más que obvio —afirmó Cindél.

—¿Y qué te parece la idea?

—Perfecta —contestó la chica.

—¿En serio?

—Sí, es maravilloso que te guste Wolt —finalizó la muchacha y Esmeralda se quedó sorprendida.

—¿Qué?

—Lo sé, Esmeralda, siempre me hablas de él, dices que es muy apuesto. ¿Es más que obvio, no? —explicó Cindél.

—¡No! —expresó la muchacha echando su cabeza para atrás—. No es eso, Cindél... Espera aquí —indicó la chica y después regresó jalando a Wolt— ¡Díselo!

—¿Decirme qué, Wolt? —preguntó la chica y el muchacho se tornó rojo de la vergüenza, Esmeralda le hizo una seña para que empezara a hablar.

—Y-y-y-o —tartamudeó el muchacho—. Salir, tarde, después, tú.

—¿Qué fue lo que dijo? —interrogó confundida Cindél.

—Salir, después, comer, tú —repitió el muchacho nervioso.

—No te entiendo —expresó la chica.

—Lo que quiere decir es que... ¿Quieres salir con él más tarde a comer?... O al menos eso creo que dijo —rescató Esmeralda a su amigo, dejando a la muchacha sorprendida.

—Pues... Me encantaría, sería algo fabuloso —contestó la chica sonriendo y Wolt se quedó con una expresión algo curiosa.

—Perfecto, pero no puede ser hoy, Wolt. ¿Por qué no van a mediados de la semana a algún restaurante? —propuso Esmeralda.

—No me dejan salir del Coralli entre semana —dijo Cindél.

—Es cierto, ¿entonces cómo vienes a trabajar? —preguntó la muchacha.

—Tengo un permiso especial, verán, mi madre está enferma y mi hermanito muy chico. Yo sostengo mi casa con mi empleo —explicó la chica.

—Entonces... En la noche, tendrán una velada romántica, hay un lugar al final de la calle que sirve cenas muy ricas y no cierran tan temprano, podrían...

—¡Esmeralda! —gritaron al unísono Amalia y Dimesco.

—No puede ser, lo siento —se disculpó la muchacha mientras se giraba para verlos.

—Te dije que no distrajeras a mis Uvruam —la regañó Dimesco—. ¡Wolt, regresa a la cocina!

—Y yo te dije que no se te pagaba para venir a platicar, muchacha —dijo Amalia con los brazos cruzado—. Las siguientes dos semanas trabajarás con la mitad del sueldo, ¿entendido?

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt