29. Regresando a casa

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Farblán como siempre fue muy aburrido, se quedaron dormidas y cuando despertaron casi era de noche. Pasaron la frontera entre Farblán y Beroa, el carruaje se detuvo un momento para que las muchachas pudieran tener algo de cenar, con suerte llegarían hasta la siguiente mañana.

Bajaron y caminaron hacia un lugar que parecía bastante acogedor, cuando entraron las abrigó un calor como de hogar. Les dieron una mesa y pidieron chocolate caliente con una merienda fuerte para aguantar todo el viaje, terminando pagaron y subieron de nuevo al transporte de la escuela. 

Cuando amaneció, admiraron una hermosa vista de Beroa. Ese olor a chocolate les abría de nuevo el apetito, así que acabaron con los frascos de cereza de Esmeralda tan pronto como ella se los ofreció.

El resto del viaje fue muy tranquilo, pasó la tarde sin contratiempos y la noche volvió a caer. Para cuando las chicas habían despertado el cochero les comenzó a pedir indicaciones para dejarlas frente a su casa, Esmeralda se recorrió a los asientos del frente para indicarle.

Mientras pasaban, los habitantes de Lizonia se quedaban totalmente maravillados por el carruaje que traía grabado el nombre de la escuela tan refinadamente. Pasaron por el riachuelo y Esmeralda vio su casa de nuevo, después de un año entero de no verla.

—En la tarde vendré a visitarlas y tal vez mi madre me deje quedarme, debo indicarle al cochero cómo llegar a mi casa —explicó Kimiosea desde el carruaje mientras Esmeralda y Nereida descendían.

—No hay problema, te esperaremos —contestó Esmeralda despidiéndose con la mano, acción que contestó su amiga.

—Así que ésta es tu adorada casa —comentó Nereida admirándola—. Es muy hermosa.

—¡Espera a que mi madre nos vea! —dijo emocionadísima la muchacha corriendo entre el pasto para llamar a la puerta. Tardó un segundo, pero abrió la hermosa mujer que Esmeralda recordaba—. ¡Mamá! —La muchacha soltó sus maletas y se abalanzó sobre su madre para darle un abrazo.

—¡Mi pequeña Esmeralda!.. Pero mírate, estás hermosa. —Sonrió Mim mientras le salían lágrimas, como a su hija—. Has de pensar que soy una ridícula —dijo la mujer a Nereida.

—Para nada, señora —contestó muy amable la muchacha—. Mi nombre es Nereida Ditón, es un gusto.

—Muy amable, jovencita. El mío es Mim Daar. ¡Pasen! Deben estar exhaustas —invitó la mujer y cerró la puerta tras ella—. Llegaron a tiempo para desayunar.

—A tiempo para no desmayarnos de hambre —le dijo Nereida a su amiga en el oído y Esmeralda se rió.

—Dejen las maletas aquí en la puerta que después yo las acomodo —dijo Mim invitándolas a sentarse en la mesa—. Preparé unos panqués tostados con salsa de cereza y te compré unos Púos en el mercado.

—Mamá siéntate, yo te ayudo con todo, no me trates como si ya fuera una dama de compañía. Sólo soy Esmeralda de vacaciones. —Sonrió la muchacha y la mujer le dio un abrazo.

—Te extrañé, Esmeralda.

—Y yo a ti mamá. —La muchacha le sonrió de nuevo y ayudó a poner la mesa.

Disfrutaron de un desayuno muy rico, tan hogareño como hace mucho que no habían probado. Se quedaron platicando un buen rato y pronto se comenzó a hacer tarde, cuando menos lo sintieron Kimiosea ya estaba llamando a la puerta. 

Mim se emocionó mucho al verla. Entre todas acomodaron las habitaciones, Esmeralda dormiría en su cuarto de siempre y Kimiosea y Nereida dormirían en la habitación que otorgaban a los huéspedes.

Se divirtieron enseñándole a Mim todo lo que habían aprendido. Le mostraron su Ópaka, su uniforme, su bolso, su capa, todo. La mujer se encontraba maravillada pues su hija demostraba un gran conocimiento y se mostraba tan refinada y diferente que parecía parte de la realeza.

La noche cayó tan rápido que no la sintieron. Kimiosea y Nereida se fueron a dormir temprano después de un largo viaje, pero Esmeralda se levantó cuando escuchó que sus amigas ya estaban dormidas.

—Madre, ¿estás despierta? —susurró Esmeralda asomando la cabeza.

—No, mi amor.

—Tengo tanto que contarte, el Coralli es maravilloso —dijo la muchacha sentándose junto a su madre.

—Lo imagino, mi vida, tú te ganaste esa experiencia —comentó la mujer acariciando sus rizos.

—Fue una desgracia lo de la reina Mickó. ¿Te enteraste?

—Sí, sí lo supe, fue muy triste. Toda Lizonia y Alúan suspendieron actividades para asistir a su funeral.

—Fui con mi escuela a su funeral, vi al rey Sáfano y al príncipe Ciro —relató la muchacha sonriendo al final.

—Si no te conociera bien diría que ese príncipe no es nada feo —dijo sonriendo la madre de Esmeralda.

—Es un sueño, mamá, pero siendo realistas, nunca lo conoceré.

—Oye, nada es imposible. Estás estudiando para ser dama de compañía de la nobleza, es más que probable que lo llegues a ver en algún baile o reunión o qué se yo —animó la mujer a su hija.

—Pues ojalá, madre, ojalá. —La muchacha sonrió y se acurrucó junto a Mim.

Las tres amigas pasaron una noche tan serena, como hace mucho no la tenían. Entre una luna inmensa sobre ellas, el sonido de la naturaleza y el pequeño riachuelo arrullándolas, no había nada más que pedir para tener una noche perfecta.

 Entre una luna inmensa sobre ellas, el sonido de la naturaleza y el pequeño riachuelo arrullándolas, no había nada más que pedir para tener una noche perfecta

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-Sweethazelnut.

Imperia: Corazón de Esmeralda  | Primer libro ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora