Capítulo 20 | Disfraz.

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Narrador Omnisciente

Era de noche. Las nubes estaban despejadas, dejando así que la media luna hiciera un tenue reflejo en todo el pueblo de Bennys Hills, aunque no se apreciaba mucho gracias a algunos largos faroles que habitaban por todas las calles. La oscuridad del cielo provocaba que las estrellas sobresalieran y acompañaran a la luna. Era un ambiente agradable, lástima que algunas personas no lo pudieran apreciar gracias a su temor a lo que podría suceder cuando el sol no está iluminándolos.

Se dice que cuando la oscuridad nos abraza, las personas cambian; se muestran como de verdad son y pueden llegar a ser más frágiles o susceptibles hacia el bien o el mal. Nos quitamos el disfraz con el que la sociedad nos ve y mostramos una personalidad muy diferente al del disfraz.

También se hace mención de que cosas suceden cuando la luz no ilumina; cosas que no se podrían definir como buenas y mayormente se ocultan cuando es de día para que la sociedad no tema. Cuando se comentan esas cosas, generalmente se hace enlace al narcotráfico, al asesinato, al suicidio o cualquier otra crueldad. Pero hay otras cosas que ni siquiera la lógica puede explicar, y que sólo la noche ha visto de lo que son capaces.

Al oeste del pueblo, aquel lugar en el que sólo las personas con malas intenciones o curiosas son capaces de pisar ya que su ambiente no es del todo hostil por sus edificios y calles carentes de vida, se encuentra un antiguo almacén que se puede caracterizar por tener unos grandes ventanales con vidrios partidos y algunos agujeros tratados de tapar inútilmente con algunos cartones pegados con una cinta vieja. Su pintura aparentemente celeste está casi que totalmente caída, hay musgo de distintas tonalidades de verdes pegados por algunas partes de la pared y su techo tiene una figura triangular aunque éste esté prácticamente caído. El almacén no posee iluminación más allá que un sólo bombillo y la luz de la luna que traspasa a través de los grandes agujeros que posee el techo.

Cualquier persona que entraría ahí tendría miedo o sentiría algo parecido al suspenso por no conocer la historia de lo que sucedió allí para que terminara en algo que está por derrumbarse o inclusive puede llegar a ser el hogar de espíritus, eso último según leyendas. Aunque, si la noche llegara a hablar, les advertiría más bien de los no muertos que usan esa estructura como guarida.

— ¿Dónde demonios se metieron?— masculla entre dientes una persona de piel pálida como la nieve. Su vestimenta compuesta de un chaleco negro que cubre todo su cuerpo provoca que sea casi invisible entre la oscuridad, además de que hace cierto vuelo gracias al viento provocado por estar caminando en paso apresurado de un lado a otro—. Deberían de estar aquí, fui muy claro en el mensaje— dice con la frustración que surca todo su cuerpo.

Sus pasos resuenan por el silencioso lugar durante minutos, hasta que finalmente la persona del chaleco escucha varias pisadas acercándose con gran velocidad hacia su posición. Sólo así detiene su caminata y mete las manos en los bolsillos de su atuendo negro, transmitiendo una personalidad helada que se podría ver a metros de distancia.

Eventualmente los pasos se escuchan más fuerte en la parte superior de la estructura y luego algunas sombras tapan el reflejo de la luna que traspasan los agujeros del techo hecho de madera. A través de él bajan varias entidades de piel similar a la de la persona del chaleco. Se podrían contar como un total de quince vampiros; hombres y mujeres, cada uno con una vestimenta de tonalidades oscuras y con una personalidad temeraria y autoritaria; aunque eso último por un momento pasa a segundo plano cuando las entidades ven a la persona que llevaba esperándolos desde hace un tiempo. Porque, después de todo, él era el líder de ese clan; él fue el que les dio una segunda oportunidad de "vida". Y que cometan este tipo de errores irritan por mucho a la persona del chaleco.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora