Capítulo 49 | Estrellas.

968 103 21
                                    

Adam Houchein

— Adam, no te tengo confianza cuando haces esto— emite Thomas con cierto miedo jugando en sus cuerdas vocales.

— No te preocupes, Tommy, seré bueno.

— Es que esto está oscuro.

— Es evidente, idiota.

— ¿Y si me haces cositas malas, aun cuando me dices que serás bueno?

— ¿Te refieres a que te amarre otra vez? Lo siento, pero no hago el mismo truco de magia dos veces.

— Podrías violarm…

Destapo los ojos de Thomas cuando conozco la intención de lo que dirá, solo para que vea que se está ridiculizando entre tanta gente. Sus palabras quedan inconclusas, y sus ojos se inyectan de sorpresa cuando vislumbra lo que se encuentra a través de la oscuridad. Su boca queda entreabierta, y sus manos bajan del moño que rodea su cuello, el cual se estaba deshaciendo ante su nerviosismo. Más me costó hacer que se pusiera su traje de pingüino, que lo que le está durando.

Noto cómo sus ojos se desplazan por cada persona del lugar, por cada objeto que decora este entorno, y también cómo sus neuronas trabajan para saber qué es lo que pasa aquí. No es muy difícil de averiguarlo, en realidad, solo se tiene que ver las expresiones sonrientes en el rostro de las personas. También de felicidad, melancolía en algunos, y euforia. Sin embargo, nadie habla, nadie grita, y nadie se mueve de su lugar. Porque todo eso le pertenecía a solo una persona en este momento. En este instante.

Aris.

Thomas le sostiene la mirada. Ella se encuentra a unos pasos en frente de él, donde solo tierra y algunos pétalos en el suelo se sitúan entre ellos. La vampira viste elegantemente, con un vestido rojo pasión que llega hasta un poco más arriba de sus rodillas. No tiene escote y es ajustado en los lugares indicados, resaltando realmente el bonito físico que posee. Su cabello rubio se encuentra suelto y algo alborotado, teniendo algunas ondulaciones en las puntas. Ella se pintó sus labios del mismo color que su vestido, y, he de admitir, que eso provoca que sus ojos se noten muchos más brillantes en este momento, añadiendo que esos mismos orbes observan con un gran amor y cariño al chico rubio que tengo a mi lado.

Daniela se encuentra al lado de ella, justo en la misma posición en la que yo estoy con mi amigo. Su vestido es similar al de Aris, solo que el de ella es un azul oscuro que ciñe se cuerpo adecuadamente. Además de que es un poco suelto a partir de su cintura. Su cabello castaño con reflejos rojizos se encuentra en una trenza suelta que descansa sobre su hombro y sigue hasta alcanzar la parte baja de su pecho. Sus ojos adquieren una peculiar chispa cuando me ve, y me he dado cuenta, ahora, que ella tiende a morder su labio inferior cuando me ve a mí en traje. Quizás reprimiendo alguna risa, porque yo no suelo vestir así. Aunque a mí y a mi cerebro entumecido no nos importa en este instante, porque me estoy concentrando directamente en ella y las emociones que me hace sentir en este momento.

Las hermanas Sprause son algo que, sin duda alguna, se tiene que apreciar y conocer. Sin embargo, a pesar de eso, me trato de centrar en la situación que nos compete para no parecer un estúpido.

Mis entrenamientos me han ayudado a tener una perspectiva más amplia de las situaciones, y en este momento mi sentido agudo de la audición me ayuda a apreciar los latidos veloces que da el corazón de Thomas en este instante al deslizar sus ojos por toda la silueta de su amada. Una sonrisa vacilante tira de sus labios, y detallo cómo algunas gotas de sudor bajan de su melena rubia y acarician sus mejillas.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora