Capítulo 36 | Entropía. (Parte II)

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Exclamé el nombre de Daniela en todos los escalones que faltaban, los cuales eran demasiados, incluso más que los del primer piso. No conseguí a la vampira en todo el camino, y sólo volví a ver su rostro cuando llegamos al segundo piso de la obra. Pero realmente, en ese punto, ya estaba tan cansado, que no quería seguir hablando sobre ese tema en específico. Era mejor enfocarse en el nuevo sitio que teníamos en nuestro alrededor, mientras que mis manos reposaban en mis rodillas y trataba de respirar con dificultad ante todo el ejercicio físico que acabo de hacer, tratando también de no pasar a mejor vida.

Daniela, claro está, seguía intacta. Como si no hubiera subido más de mil escalones hace un momento.

Este piso era otro nivel, y no me refiero a sólo por la altura, sino que las personas tienden a ser más elegantes aquí. Siempre hay guardias en cada entrada y salida de las escaleras, supongo que ellos controlan el número máximo de personas que pueden entrar aquí. Aunque, tal vez por la hora, no nos detienen, y nuestro atuendo sigue estando en lo último de su lista de importancia. Claro que no podría hablar por los comensales refinados, que nos miraban como si hubiéramos salido de algún pantano. Y es que hay que agregarle a mi atuendo, lo sudoroso que estoy por las malditas escaleras.

Aquí también había un restaurante donde, al parecer, podías comer dentro de la estructura de la Torre Eiffel, como podías comer con la bella vista que nos rodea. Desde aquí todo se ve mejor; no estamos ni tan alto, ni tan bajo. Puedo ver a las personas desde aquí sin compararlas con hormigas; puedo detallar a una gran cantidad de niños jugando, a padres disfrutando de su cita, a parejas recién formadas, a peticiones de matrimonios donde los aplausos y silbidos se pueden visualizar desde aquí, aunque no se escuchan, y también puntualizo a los ancianos que aún conservan su promesa de amarse y quererse toda la vida.

Puedo ver toda la ciudad y lo que representa desde aquí. Pero tal parece que a la vampira no le interesó en lo más mínimo, porque ella seguía viendo para arriba, Daniela quería llegar a la cúpula, aunque algunos letreros amarillos tal vez indican que está cerrada por el momento. Un guardia se interpone entre el ascensor que lleva hacia la cima y, según lo que vimos en el primer piso, no hay escaleras para subir. Y agradezco de verdad eso último.

Aunque la insistencia de Daniela es tan sobrenatural como lo es ella.

— Vamos a subir hacia el tercer piso— propone, y mi inquisitiva ceja se alza hacia ella.

— No podemos subir, creo que está cerrada por el momento— aclaro.

— No importa— insiste ella.

— Claro que importa, el guardia impide la entrada al ascensor.

— Yo nunca dije que subiríamos por el ascensor.

— Las escaleras dejaron de funcionar hace tiempo hacia la cúpula.

— Yo nunca dije que subiríamos por las escaleras.

Eso me confundió, no sabía en lo más mínimo a qué se refería. No había otra forma a la cual subir, pero parecía que ella tenía algo en mente, ya que daba pasos a sus espaldas y me incitaba con su mano para que la siguiera a un lugar remoto del segundo piso, donde las personas al parecer ya no podían juzgarnos, y la oscuridad nos puede envolver desde aquí, ya que el foco de este lugar puede que haya dejado de funcionar. Sin embargo, había suficiente luz de los otros focos para verle las expresiones de la vampira, y podía sentirla más viva que nunca mientras maquinaba algo en su mente.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora