Capítulo 48 | El juego final.

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— Entonces ese era el famoso Drake.

— Ajá.

— Y, según Aris y tú, ahora es malo.

— No concretamente, pero sí.

— Y tenía un clan, en el cual estaba Christine.

— Aparentemente.

— O sea, que Christine nunca estuvo sola en el pueblo.

— Al principio sí, pero luego llegaron los demás por órdenes de Drake, supongo.

— Y él, realmente, hace esto porque eres hijo del rey de los vampiros.

— Al menos esa es la mitad de la historia.

— Te quiere matar porque quiere causarle un daño psicológico a tu padre biológico, aunque él no le interesa mucho tu existencia.

— Y esa es la otra mitad, por más raro que suene.

— Porque tu padre mató a Colton, el hermano de Drake.

— No digas mucho que es mi padre, suena extrañamente escalofriante.

— Y que seas hijo de un vampiro y un humano te convierte un Dhampiro, criatura poco conocida.

— Según la procreación de mi mente y el video de mi madre, sí.

— Y mantuvieron encerrada a tu parte vampira a través de un conjuro embrujado de una secta satánica.

— Nunca dije eso, pero acertaste con los primero.

— Y llegaron al pueblo porque ya aquí todos son desquiciados.

— No específicamente, a mamá solo le gustaba el lugar porque había un aura sobrenatural alrededor de él que le indicaba que pertenecíamos aquí.

— Y Drake mató la señora Elizabeth.

— Sigue doliendo, pero estoy tratando de mantenerlo como un recuerdo un poco más feliz.

— Y tu padre adoptivo murió por condición de tu padre biológico.

— Ajam.

— Y tú incendiaste tu antigua casa.

— Sip.

— O sea, que eres como la antorcha humana.

— Ni la más remota idea.

— Y te caíste de pequeño.

— No me sorprendería.

— Y estás loco.

— Mínimamente, sí.

Thomas suspira con pesadez desde el asiento del piloto de la camioneta de, según lo que me dijo, su madre. No nos habíamos movido de enfrente de la cabaña incendiada y, he de admitir, que eso me tiene un poco inquieto, puesto que Drake puede volver. Sin embargo, era necesario que Thomas se tomara un tiempo para procesar de un golpe todo lo que yo había descubierto en el último mes. No escogimos otro lugar tampoco porque el muy imbécil dijo que no se movería hasta que le dijéramos porqué nos pusimos ante tal peligro. Y, en resumidas cuentas, ahora entiendo la razón por la cual había que venir.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora