Capítulo 38 | Dones.

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Especial del juego (2/3)

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El principio fue algo turbio todo.

Podría decir que mis sentidos estaban algo desorbitados hacia todos lados. Mis ojos observaron a los Sprause desvanecerse con rapidez en el bosque, todos, a excepción de Margaret— quien se mantenía como árbitro y observaba todo desde el patio trasero de su casa—, estaban jugando. Mi tacto estaba algo tenso en el tigre, decidí guiarlo con mi voz en un principio mientras me acostumbraba a los saltos que daba mi cuerpo en consecuencia al correr del animal, después me obligué a adiestrarme y manejarlo con el tacto, ya que no podía prestarle atención a su movimiento y a los animales que debía de ver al mismo tiempo.

Resulta que el tigre era mejor que yo al caminar en el bosque; a pesar de su rapidez, el felino esquivaba los árboles que se interponían con facilidad, salta una gran distancia entre barrancos estrechos, y sube colinas sin inconvenientes. La única dificultad que se nos presentaba, es que algunos animales, que pude comprender de la lista, son pequeños en comparación al tigre, lo que daba por efecto de que huían a penas sentían nuestra presencia.

Pero aún así, insistí en el juego, no me quería rendir.

El tigre era sumiso a mis órdenes, muy contrario a lo que pensé en un principio. Casi pude sentirlo como una mascota, una muy grande y temerosa. La rapidez con la que íbamos, por supuesto, no se podía comparar a la de los vampiros, pero era como estar en un auto con vida. Por otro lado, se podría decir que conocí un poco más el profundo bosque; topándome con lagunas, claros ocultos, valles repletos de flores, montañas un poco heladas, ríos, pequeñas cascadas, árboles grandes y pequeños, y todo lo que puedes creer que hay en un lugar como este, también las que no.

Los animales de la lista eran diez, y mi vasto conocimiento de la biología me indicó el lugar más probable en que esos animales podrían estar sin huir tan rápido de nosotros.

Claro, si es que eran los animales que pensaba, porque sus nombres científicos no eran que ayudaban mucho.

Lo más fácil de conseguir fue el Canis lupus familiaris, quien se encontraba haciendo sus necesidades en una casa situada en frontera con el bosque. En el hogar vecino se encontraba el Felis silvestres catus, quien se asustó cuando sintió el flash de mi cámara, o quizás cuando vio a mi fiel acompañante. Los siguientes animales los encontré en una granja más lejana, era el Gallus gallus y el Equus asinus. Quizás el nombre del primero era el que más tenía asegurado en la lista.

Una vez de haber terminado con los animales domésticos, decidí explorarme las lagunas. Hallé una que era algo extensa y el agua brillaba conforme a la tenue luz que brindaba el sol a través de las nubes, y sobre ella encontré lo que suponía que eran unos Tytos tenebricus que parecían felices en familia. Más apartado de ellos, estaba un solo Cygnus olor de color blanco y pico anaranjado, y se veía algo majestuoso entre el resplandor de la laguna.

Me bajé del tigre para enfocar mi cámara hacia ellos. No obstante, cuando le tomé la foto al Cygnus olor, otro flash apareció del otro lado de la laguna, espantando al ave. Por suerte su fotografía ya estaba guardada en la memoria de la cámara. Aunque no es la mejor foto, espero que valga.

Observo que la persona del otro lado de la laguna me está saludando con la mano alzada, y su cabello rubio me hizo identificarlo al instante. Era Luke, el cual me sorprendía que pudiera usar bien la cámara. Él baja su mano y me hace señas para que lo espere, y doy unos pasos hacia atrás ante la incertidumbre de lo que sea que hará, puesto que el vampiro está agarrando impulso del otro lado.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora