Capítulo 11 | La apariencia.

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— ¿Alguien conoce la fábula del murciélago?— cuestiona Lucy, la profesora de literatura.

Thomas alza la mano de inmediato, él se encuentra en el pupitre que está justo al lado de mí.

— Adelante, Waters— le indica la profesora para que prosiga.

— Se cuenta que hace mucho tiempo hubo una trifulca entre los mamíferos y las aves; estas dos especies entraron en una guerra y ambos bandos no se podían ni ver— empieza a relatar el rubio mientras se acomoda en su sitio y la mirada de todos los alumnos se mantenían en él—. Todos, conociéndose bien, tomaban parte por algún bando, sin embargo el murciélago dudaba mucho y su cobardía hacía que no se decidiera por alguno. Cuando el murciélago estaba con los mamíferos, plegaba sus alas y se hacía pasar por un roedor. Lo contrario sucedía cuando estaba con las aves, pues ahí el murciélago desplegaba sus alas y se hacía pasar por una más de ellas. Hasta que un día, ambos bandos lo descubrieron y desde ese día el murciélago se vio obligado a salir sólo de noche, ya que nunca más tuvo lugar ni con las aves ni con los mamíferos.

— Muy bien, Thomas— le sonríe la profesora—. Ahora bien, ¿Cuál creen que es la moraleja de esa fábula?

Lydia de inmediato alza la mano y la profesora le da la palabra.

— Que la cobardía es un sentimiento inútil que hay que reprimir, sino todo en la vida le saldrá mal a esa persona— se encoge de hombros—. El murciélago evidentemente tenía que hacer un bando con sólo murciélagos y apuesto que ellos hubieran ganado la guerra. Es algo de esperarse, pero por miedo simplemente no lo hizo. No pensó, lo cual fue su principal error.

— ¿Así que piensas que, con valentía, el murciélago no hubiera terminado viviendo en la noche?— interroga la profesora y la chica de cabello azul asiente—. Bueno, en realidad eso es cierto. Pero a veces está bien tener miedo, y en este caso no es el tema principal de la fábula. ¿Alguien más quiere opinar al respecto?

— También nos habla de las mentiras. Que, por más inofensivas que sean, nunca estará bien decirlas— opino mientras discretamente observo al rubio. Él no me mira, así que sólo agrego: — Tarde o temprano se descubre la verdad, generalmente cuando la bomba explota y la persona quiere devolver el tiempo para remediar lo que hizo. Lo cual es imposible de hacer; simplemente se tiene que dar cuenta de lo que está haciendo hasta que sea demasiado tarde.

— Excelente, Houchein— felicita Lucy—. Pero aún hay un tercer punto, aquel que es el nudo de la fábula.

— El engaño; el aparentar lo que no somos y no nos convertiremos por más que queramos— interviene Aris—. Evidentemente el murciélago quería ser un mamífero o un ave, pero simplemente no nació para eso. Tal vez estaba confundido y no quería escoger, pero sólo tenía que descubrir de donde vino para saber a dónde va; o en este caso, saber a dónde pertenece. Y aceptar su condición, así no quiera; porque eso lo ayudará a evolucionar y a madurar.

— Exacto— confirma la profesora mientras se recuesta en el escritorio—. Pero eso es hablando desde el punto de vista de la fábula, porque en la realidad existen otro factores; como terceras personas y hechos que intentan cambiarte y eventualmente hacen que te pierdas en tu camino, lo cual no es bueno. Nunca debes dejar que algo te influya, tienes que ser tú mismo a pesar de las adversidades. Porque habrá muchas, y te harán dudar de lo que estás haciendo. Siempre recuerden eso.

Suena el timbre y empezamos a recoger todo.

— Traigan cinco fábulas con sus respectivas moralejas para la siguiente clase. Será su segunda nota— avisa la profesora Lucy antes de salir totalmente.

Esa era mi última clase de hoy martes. Me dirijo a mi casillero para guardar las cosas y, cuando ya voy camino a la salida, siento al rubio seguirme. Empezará de nuevo con sus chistes.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora