Capítulo 28 | Provocar.

1.1K 112 7
                                    

Daniela Sprause

Se dice que los humanos son difíciles de entender. Se adaptan a una sola rutina porque tienen miedo de cambiar, y cuando me refiero a «cambiar», significa a explorar un territorio al que a ellos no están acostumbrados. También sueñan con cosas imposibles, refiriéndose a esa última palabra cuando ellos no hacen absolutamente nada para que esa esperanza sea posible. Lloran para cambiar algo, manipulan a las personas que tienen a su alrededor para que ellas fracasen al igual que esa persona. Porque sí, también hay parásitos que no quieren progresar, pero tampoco dejan que los demás lo hagan. También se encuentra el extrañar algo que no creían que hicieran, no aprovechan lo que tienen por estar quejándose de todo. Y, cuando sucede lo que tiene que suceder, se lamentan.

Bien, los vampiros no son muy diferentes. Si bien nosotros no podemos dormir, eso no significa que no soñamos con los ojos abiertos. Cuando las personas se convierten en neovicios, la actitud particular que tienen es el rechazo a lo que son, a cambiar. Cuando tú te conviertes en esto, tenlo por seguro de que no podrás volver con tu familia, o con tus amigos, porque para ellos ya estás muerto. Eres un nuevo ser, ya no eres un ser humano, ya no tienes alma, eres sólo el caparazón de lo que eras. Tus recuerdos van desapareciendo conforme a la eternidad, ya no recuerdas cuando eras una persona común y corriente, y sólo te concentras en no cometer errores y no dejar que tus instintos te gobiernen, que tu maldición lo haga. Porque eso formaría un desastre, y te llevaría a la muerte final por parte del Ministerio de sangre.

Conozco muchos vampiros que, siendo humanos, desearon ser esto. Y lo lograron. Pero, ¿Sabes en dónde se encuentran ahora? Probablemente hechos cenizas, porque no pudieron adaptarse a la nueva rutina. Sí, disfrutaron de sus nuevas habilidades, pero, ¿A qué costo?

Eso deja mucho qué pensar. Y, por un momento, yo también admití que no podía cambiar a esto, casi terminaba como ellos, pero los Sprause me salvaron, o al menos me ayudaron a sobrellevar mi maldición. He hecho muchas cosas de las cuales me arrepiento, otras no tanto, porque lo merecían. Si hago una lista de todo lo que he provocado, creo que no tendría fin. Tener una vida eterna, conlleva a cometer emisiones y acciones infinitas, otro costo de ser quién soy.

También he hecho el papel de parásito, sí. Pero no referente a no dejarlo ser mejor, sino a llevarlo a mi maldición. Intencionalmente, a veces no dejo que las personas lleven una vida normal, y puede sonar algo hipócrita de mi parte. En ocasiones me obsesiono tanto con algo, que no puedo dejarlo ir, que tiene que ser mío, que no quiero que se aparte. Y por eso hago todo lo que está a mi alcance para alejarme de las personas que no sean mi familia, pero existen circunstancias en las cuales se me hace imposible, y a eso llamo «excepción», también «personas que llegan a mi vida», pero la realidad es que yo entré a la de ellas, y luego las arrastré a la mía.

Ethan, Susan, y ahora Adam, fueron una de esas excepciones.

Cabe acotar, que, para los humanos, lo sobrenatural no existe. Y los ministerios quieren dejarlo así, se encargan de que sea así. Que una persona sepa que existimos, provocaría su inmediata muerte. Si el ministerio de sangre se entera de que Adam lo sabe, probablemente vendrían por él, como probablemente no. O al menos no para matarlo.

Lo que me lleva al último análisis; no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos. No sabía hasta qué nivel Adam se metió a mi intento vida, hasta que algo grave le pasara después de un juego de fútbol americano. Y quiero decir que eso fue una locura, un terrible capricho, pero las palabras no me salen para decirlo. Ni siquiera puedo explicar lo ocurrido. Yo sólo lo estaba vigilando desde la lejanía, porque se supone que yo no tenía que ir ese día al instituto. No podía reprenderlo para que no se meta en un estadio con gorilas, tampoco era la situación. Tenía miedo de que sólo corriera con mi mera presencia.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora