Capítulo 7 | El castigo.

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Castigados por el resto de la tarde.

Esas fueron las palabras del director Agreste. Que, en mi opinión, fue la lección menos grave que nos pudo dar al lanzarle una flecha a un profesor.

Aunque el hecho de que sólo ordene libros en la biblioteca, no implica que la sanción que me pondrá mi mamá no vaya acorde a lo que "hice", ya que el director se encargó de que nuestros padres se enteraran del nuevo suceso. Tengo previsto que algo se le ocurrirá para hacerme sufrir; como quitarme la dotación de manzanas o mi celular. Si estuviéramos en New York también agregaría la opción de "Sin salir por un mes", pero tomando en cuenta de que apenas me estoy adaptando a este lugar, descartaré esa opción...

Por ahora.

En cuanto al entrenador, él está bien. La flecha no le provocó un gran daño al impactar primeramente con el celular que tenía en el bolsillo de su pantalón deportivo, por suerte. Según la doctora de este lugar, él empezará a gritar en unos días como usualmente lo hace. Aunque su celular no sufrió el mismo destino, nuestros padres tienen que recomponer el Nokia que se quebró en el incidente, algo que luego tendré que compensárselo a mamá de una u otra forma.

El verdadero misterio aquí es cómo sobrevivió la flecha al teléfono con complejo de bloque.

Actualmente estamos saliendo del comedor en el que almorzamos y ya estamos de camino a la biblioteca para comenzar a cumplir las órdenes que nos dé la bibliotecaria; que espero y aspiro sea mejor persona que el entrenador. Daniela se unió a nosotros cuando íbamos caminando por el pasillo, ya que ella estaba en una clase diferente a la de Thomas y yo.

— Deberíamos de dejar de hacer este tipo de retos— menciona Thomas a mis espaldas—. Casi siempre nos mete en problemas.

— Sí, deberíamos— confirma Daniela—. Pero ambos sabemos que lo volveremos a hacer.

Estaba a punto de reírme, pero primero me pude dar cuenta de algo; a lo cual me volteo para enfrentármeles.

— ¿Deberíamos de?— repito lo que dijo Thomas.

¿No y que no se llevaban tan bien? ¿Qué Daniela sólo se relacionaba con los de su grupo? ¿Qué tanto tienes que conocer a una persona para que formen un huracán de desastres juntos?

Reconocía que Thomas sabía mucho más de los Sprause que las demás personas, pero... ¿Qué tanto es el límite?

— No idealices cosas inconcretas— aconseja Thomas para detener mi desastre mental—. Una vez, estando en la misma clase, Luke incendió la papelera porque creía que había una rata allí adentro y todo el grupo terminó castigado.

— Tiene una inusual fobia a los roedores— prosigue Daniela.

— De hecho la fobia a los roedores es normal— objeta el rubio.

— No me refiero sólo a eso— los miro a ambos y ellos a mí, lo que me hace pensar bien las cosas y finalmente le quito relevancia: — No importa, mejor resolvamos este problema en el que nos metimos.

Y sigo caminando a la biblioteca con ellos detrás de mí.

Muchos dirán y me recriminarán el por qué no pregunto acerca de lo que sucede con ellos dos, pero les diría que se pusieran en mí lugar; soy sólo alguien que acaba de entrar en este pueblo, alguien que no conoce cómo funciona el sistema aquí, que no conoce su relación y mucho menos su historia. Si ellos alguna vez tuvieron algo o alguna mala experiencia, fuera extraño que alguien de la nada viniera y sacara a relucir ese tema que ellos evidentemente quieren evitar.

Es algo así como si te trataras de curar de una herida y alguien viene y te la tocara. Te sentirías lastimado, pero, sobre todo, tendrías cierto rencor o pequeña rabieta hacia la persona.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora