Capítulo 37 | El juego.

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Especial del juego (1/3)

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Los días restantes en la ciudad fueron gratificantes, con Daniela recorrimos muchos más lugares de los que tenía en mente que existían. Los museos fueron la atracción favorita de la vampira, y tal parece que se sintió inspirada con cada monumento u obra de arte que se representaba en cada uno de ellos. Vimos pinturas famosas, también esculturas, y las fantásticas veredas tampoco faltaron en nuestra estadía. Es difícil establecer un nombre para cada zona a la que fuimos, y mi carente dominio del idioma tampoco fue que ayudó mucho.

No obstante, sé que será un momento que recordaré, y aspiro volver pronto con al menos un superficial conocimiento del francés, para interactuar más a fondo con los habitantes y saber lo que están diciendo no sólo por sus expresiones, para poder sentir más a fondo su cultura.

Todo fue, sin duda alguna, magnífico.

Pero tuvimos que volver a la realidad del pueblo.

No fue hasta tres días después de la fiesta, que tuvimos que regresar a Bennys Hills, despidiéndonos de Yumi y su padre al salir del hotel, agradeciéndole una y otra vez a la Doragon por lo que hizo en aquella ilusión, y felicitándonos ambos por lo bien que salió la fiesta al final. Los Sprause y mi pequeña familia nos fuimos juntos al aeropuerto, y nos tuvimos que despedir con lágrimas en los ojos de Tía Sam porque ella se iría directamente a New York, y su vuelo salía primero que el de nosotros. Sin embargo, nos prometimos vernos pronto.

La familia de Daniela, mamá y yo, nos fuimos en un mismo vuelo, teniendo en cuenta que sería Nicholas quien nos recibiría en el aeropuerto de Oregón. Augus fue el único que se quedó en París, porque, según él, aún tiene cosas en las que representar a su papá; como fiestas, almuerzos elegantes, presentaciones de proyectos con socios, nada relevante que un chico de dieciséis años, con gran coeficiente y valor, no se pueda encargar. Agregando que iba aprovechar su estadía en Europa para ser un modelo de una línea de ropa muy famosa en Milán.

Me di cuenta de que el pelirrojo es muy trabajador, o se esfuerza mucho en dar la imagen que su papá quiere. Es algo muy especial en su actitud, porque la misma ayuda a reducir el trabajo de su padre. Augus pidió permiso de una semana y media en el instituto, por lo que se pudo salvar, de momento, de todas las actividades que se nos están asignando a nosotros, ya que, a diferencia de mi amigo, nosotros no teníamos previsto quedarnos más del fin de semana en París, pero tal parece que la diversión nos gobernó, y ahora debemos pagar las consecuencias de nuestros actos de malos estudiantes.

Claro que, a los Sprause, excepto a Luke, no se les hizo tan complicada la cosa, ellos de seguro ya estaban acostumbrados a las mismas actividades de siempre. Yo, sin embargo, miraba con furia el montón de tarea que se me acumuló, con la esperanza de que se desintegrara o que se cumpliera mi deseo de que el profesor se le haya olvidado pedirla.

Ninguna de las dos opciones sucedió, y tuve que ponerle empeño a pesar de las adversidades. Y con eso último me refiero a la vampira que ha de estar asechándome desde las sombras.

Los Sprause tratan de corregir eso, yo lo sé, los veo o detallo a cada instante observándome, dentro o fuera del instituto. A veces alguno de ellos me persigue, o Daniela pasa un momento conmigo, que, a pesar de que me siento augusto por las últimas cosas que nos han sucedido, no dejo de pensar que ella lo hace para protegerme. Aunque no es la única que me acosa, Drake también los hace, pero fuera del instituto. Él literalmente se ha convertido en mi sombra, con la misma función de que mis ojos a veces no lo captan, pero sé que está vigilándome, y sólo me guiña un ojo cuando lo descubro en un tejado de alguna casa, o en la copa de un árbol.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora