Capítulo 19 | Los nanorobots.

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— Ya llegamos, joven Houchein— informa con tono profesional—. Augustus lo estará esperando en la sala principal.

Yo asiento con la cabeza como lo he estado haciendo en los últimos minutos y simplemente salgo del auto.

— Muchas gracias por traerme— le sonrío. Aunque siento algo en mi boca, debería de ser un poco de chocolate, tal cual como está evidenciado en mis manos.

El chofer lo único que hace es pasarme un pañuelo que estaba en su bolsillo y con ello me limpio. Luego se la vuelvo a pasar y después de eso me hace una especie de reverencia.

— A su orden— acota finalmente el chofer para luego cerrar la puerta detrás de mí, irse al asiento del conductor y arrancar a no sé dónde con esa lujosa limusina.

Aunque, al voltearme, supe que el auto no era nada comparado al hermoso ambiente que tengo a mi alrededor; el terreno en sí está protegido con una muralla que posee unas líneas cursivas o decorativas en el medio, las cuales son de color perlado y dorado. Luego se encuentra la mansión que está enfrente de mí, la cual es excesivamente grande y fácilmente puede ser confundida por un palacio, ya que la estructura posee ciertas esculturas, detalles y diseños griegos que hace que de alguna forma se vea antigua, pero a la vez moderna al conservar una cuidada pintura beige y ventanas panorámicas relucientes. Puedo deducir que es de dos plantas y el techo tiene una forma triangular donde, en el frente, existe un ventanal circular. En ese vidrio también reposa un mosaico que enseña la figura de un ojo con iris azul. De hecho, es la marca común que tienen todos los aparatos que saca alguien tan inteligente en la tecnología como lo es William Sprayberry.

Y también hay un tercer punto interesante, y es el jardín que habita alrededor de la muralla y la mansión, donde existe distinta y alguna exótica flora bien cuidada y plantada bajo un pasto sintético que hace resaltar su belleza.

Pero me doy cuenta de otra cosa casi al instante; no sólo la belleza destaca en este lugar, sino también lo hace la seguridad. Sólo se puede acceder al terreno a través de una reja custodiada por algunos guardias de contextura y traje de color negro similar al de Edward. También hay cámaras en cada esquina.

Supongo que, por ser alguien tan famoso y rico, te ganas muchas amenazas por parte de diferentes mafias. Tal y como se ve en algunas películas y series, ya que personalmente nunca lo había experimentado.

Y pensando en eso, empiezo a caminar a la entrada de la mansión. No obstante, siento una mirada.

Sin dejar de caminar, vuelvo a mirar mis alrededores. Y en efecto, alguien lo hace.

Entre las plantas y árboles que se encuentran en el jardín cerca de la muralla, se encuentra parado un hombre que me observa fijamente. Dudo que sea uno de los de seguridad, puesto que no viste el mismo uniforme que cargaban los otros guardias que se encontraban en las rejas.

Su atuendo consiste en un vaquero y un chaleco completamente violeta. Su figura es parecida a la de Julián y tiene un cabello castaño ligeramente largo. Las facciones de su rostro son duras y frías, igual que su postura recta y con ambas manos a sus costados. Sin embargo, eso no es lo que totalmente me llama la atención; sino sus ojos, los cuales me sostienen con un iris de color rojo.

Un rojo tan intenso como la sangre y que pude detallar a una distancia considerable de él. Eran parecidos a los míos aquella tarde en la casa de Thomas, sólo que a través del retrovisor del taxi se pudieron detallar de un rojo más suave. En realidad era como una combinación de rojo y el color natural de mis ojos.

— ¡Adam, cuidado!— gritan delante de mí cuando pensaba ir a ver a ese hombre.

Pero ya era muy tarde.

Prometo encontrarme © (Completa)Where stories live. Discover now