Capítulo 19 | Los nanorobots.

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Era una limusina.

Yo estaba en una especie de trance, esperaba que el mismísimo presidente se bajara de ese lujoso auto. No creo que todo eso sea para mí, agregando el hecho de que es la primera vez que presencio una.

Segundos después de quedar como un idiota al estar como una estatua, el chofer se abaja del auto y se desplaza con postura recta y caminata perfecta a la puerta trasera para abrirla.

— ¿Joven Houchein?— cuestiona el hombre de traje negro y gorra parecida al del capitán de un barco. A esta altura reconocía que era el chofer de Augus.

— Ujum— logré emitir mientras mi mirada aún seguía en el coche.

— El joven Sprayberry lo está esperando— avisa cuando observa que no tengo intención de moverme.

Asiento lentamente ante su atenta mirada y vacilo en el camino hacia el auto. No obstante, el colapso llega cuando ya estoy cerca del hombre de traje negro:

— Lo siento— le digo avergonzado—. No me puse traje, no creí que esto fuera tan formal. Pero puedo ir a buscar un traje, lo alquilaré— frunzo los labios al recordar algo—. Pero hoy es sábado, seguro no estará abierto y aún no he visto una tienda en dónde los alquilen. ¡Oh, no! ¿Crees que a los Sprayberry les importaría prestarme un traje? ¿Me verían extraño si lo hago? ¿Dejaré de relacionarme con ellos por no ser tan formal como esperan?— empiezo a balbucear, casi entrando en pánico.

— Cálmese, joven— me detiene el chofer, aun conservando su postura elegante—. No es nada formal, puede ir como usted desee.

El chofer ni siquiera me mira cuando dice aquello, sólo observa al frente con sus manos a sus espaldas; lo que muestra que el profesionalismo lo conserva hasta cuando una persona— como yo— comete una estupidez. Tengo en cuenta de que Thomas o Richard estarían riéndose de mí en estos instantes.

Yo sólo asentí con mis labios en una ligera línea recta y me adentré a la lujosa limusina.

El chofer cierra la puerta detrás de mí y luego le da la vuelta al largo auto para sentarse en su respectivo asiento de conductor. Y arrancamos hacia la casa de los Sprayberry. Aunque, si así es su medio de transporte, su hogar debe de ser una mansión o un edificio del cual no estoy preparado mentalmente.

La limusina por dentro es totalmente roja, a excepción de los asientos de cuero negro que forman un rectángulo y dejan un espacio en el medio para dejar apreciar la hermosa alfombra de terciopelo rojo.

— Si quiere algo para beber o comer, puede presionar los botones que se encuentran a su lado izquierdo— indica el conductor—. Llegaremos en aproximadamente diez minutos— finaliza para luego cerrar la ventanilla que se encuentra entre los asientos traseros y el único asiento principal que muestra la vista enfrente.

— No lo tiene que repetir dos veces— susurré para mí mismo.

Empecé a observar los botones que se encontraban en el reposabrazos; cada botón tenía una etiqueta de diferentes cosas comestibles, pero sólo una me llamó completamente la atención.

Chocolate.

Sin pensarlo, apreté ese botón para que luego un pequeño compartimiento se abriera y mostrara diferentes barras de chocolate. Había tantas que no sabía cuál escoger, así que sólo agarré la que tenía el envoltorio más bonito, esperando que sea el más rico de allí. Definitivamente éstas personan derrochan mucho de dinero, tanto, que no sé por qué Augus no es muy popular en el instituto. Tal vez simplemente quiere conservar un bajo perfil.

El tiempo pasa bastante rápido mientras me distraigo con mi dulce y escuchando una agradable música de fondo, hasta que de un momento a otro el auto deja de moverse y segundos después aparece el chofer para abrir la puerta de la limusina.

Prometo encontrarme © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora