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Son más de las seis de la tarde cuando recuerdo que tengo que ir a casa, creo que yo mismo voy a demandarme por exceso de trabajo. Luego de preparar todas mis cosas, tomo mi maletín y salgo de mi oficina, dejo la empresa y camino en dirección a mi auto cuando una silueta a unos cuantos metros llama mi atención, miro mi reloj para cerciorarme la hora que es y ella parece estar peleando con alguien por teléfono.

No me detengo a escuchar, sigo mi camino cuando los ojos llorosos de Andi me enfocan y de inmediato intenta recomponer su postura para caminar erguida en la dirección contraria. En otra ocasión hubiera caminado hacia ella y preguntado qué había pasado, ella se echaría a llorar diciendo que su esposo no quería regresar de su viaje de negocios y que estaba segura tenía una amante. Yo la consolaba y terminábamos en un hotel.

Me siento usado.

Pero esta vez, ella no está dándome la cara para que le tenga lástima, esta vez está de espaldas y por el movimiento de sus hombros parece estar llorando. Con una mano sostiene el celular y con la otra sostiene su frente, aparta su celular de su oreja y comienza a llorar sin importarle quién pueda escucharla.

¿Me voy o no?

Camino de regreso hacia ella luego de dejar mis cosas en mi auto, al notar mi presencia de inmediato aclara su garganta y limpia sus ojos, con su mentón alzado me mira.

—¿Se le ofrece algo señor Schmitt?

—¿Qué haces aquí a estas horas, Andi? —llevo mis manos a mis bolsillos esperando su respuesta, simplemente aparta un mechón de su cabello rojo para despejar su frente.

—Espero que Camilo venga por mí.

—¿Y ahora de qué viaje de negocios no quiere regresar? —ironizo, recordando todas las veces que me dijo esa mentira, de inmediato cambia todo su gesto y me detengo a pensar si es un mal momento para bromear con eso.

—¿Para eso estás aquí? ¿Para burlarte de mí?

—Ya deja eso, Andi. Vamos, yo te llevo —hago un ademán con mi barbilla apuntando en dirección a mi auto, ella mira el vehículo y luego a mí. Sin esperar su respuesta camino hacia mi auto, la verdad si quiere o no quiere no es mi problema, ya hice esa mierda de ayudar al prójimo y espero haya contado para ingresar reino de los cielos, o algo así decía mi abuela.

Para mi sorpresa ella camina hacia mí y del lado del copiloto se sube al auto, subo de mi lado y en menos de dos minutos estamos camino a su casa. Un silencio incómodo invade el pequeño espacio, me concentro en la música de los Beatles viendo a la carretera, por un instante Natalie pasa por mi cabeza cuando Andi interrumpe mis pensamientos.

—¿Sabes? —hasta había olvidado su presencia aquí—. Camilo tiene a alguien más.

Y aquí vamos otra vez.

—Ya me sé ese cuento, Andi.

—No, esta vez es en serio —no me voy a reír porque sería mala educación—. Habla todo el tiempo con alguien, ahora hasta se ha interesado por las artes y esas cosas —eso definitivamente llama mi atención y me hace fruncir el entrecejo mientras escucho atento todas sus palabras —hasta quería conseguir unas entradas imposibles para una tal exposición de a...

—¿Quién es la chica? —la interrumpo de inmediato, es lo único que sale de mis labios y temo la respuesta.

—No lo sé —escucho que sorbe por la nariz —. Sólo vi unos mensajes en su teléfono celular, al parecer la chica también está en planes de divorcio.

Me quedo ido viendo la carretera, no la carretera en sí, en realidad, pienso. Andi se suelta a llorar, pero la verdad que no me importan sus sollozos; arte, exposición, planes de divorcio, Natalie.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)On viuen les histories. Descobreix ara