Flashback

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Tres años antes


—No puedes estar hablando en serio, Brittany —mi mirada es casi suplicante, siento como la sangre golpea con fuerza detrás de mi orejas, tengo las manos frías y nunca había sentido tanto temor por perder algo en mi vida.

—Lo estoy, entiéndelo David —escucho la pizca de desesperación en su voz, como si le urgiera que yo desapareciera de su vista, me niego a aceptar lo que pasó. Sigo pensando que es una mala broma de su parte —yo no siento nada por ti.

—¿Es alguien más? —me atrevo a preguntar, suelta un suspiro de enfado y lleva su mano a su frente en un gesto que se me antoja desesperado.

—¡No! ¡Por Dios! —exclama de inmediato, recostada sobre el umbral la puerta de su apartamento suelta un bufido —David, sólo vete por favor. Ya llegará la chica indicada para ti pero yo no soy esa persona.

—Íbamos a casarnos —suelto, casi en un sollozo —¿Qué...

Su risa sarcástica me interrumpe.

—Acepté casarme contigo para que no pasaras vergüenza, David. Por el amor de Dios. Si me lo hubieses preguntado en un lugar privado mi respuesta hubiese sido diferente.

—Claro... y tuviste que aclararlo un mes después... a través de una nota.

No dice nada en ese momento, sostiene su mirada en la mía, tan fría y tan indiferente.

—Entiende que no David, no quiero estar contigo, nunca más —levanta la voz y puedo sentir la frustración con la cual espeta esas palabras —¿Porqué te empeñas en herirte...

—Amor —escucho una voz masculina, en ese momento miro por sobre su hombro, y puedo jurar que mi corazón dejó de latir en ese instante, siento como la garganta se me ha secado de golpe en el momento que mis ojos lo enfocan a él quién solo lleva una toalla sobre su cintura y con otra seca su cabello. Mi vista de inmediato viaja a la bata de baño de ella y su cabello que aún gotea un poco de agua —¿Qué diablos hace este idiota aquí?

No presto atención a la pregunta de esa persona me limito a verla a ella quién solo tiene su mirada hacia el suelo, se vuelve en dirección a Henry cuando escucha sus pasos dirigirse en nuestra dirección.

—Él ya se iba... —le dice, escucho la vacilación en su voz, y por un par de segundos que sus ojos me enfocan puedo ver una pizca de vergüenza que se filtra a través de ellos.

—Más le vale —lo escucho, cuando se ha acercado lo suficiente para cerrar la puerta en mi cara, pero justo antes de hacerlo, dejo ir mi puño contra su cara.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora