Parte 50

85K 10.1K 2.2K
                                    


El resto de la cena fue silenciosa.

Lo cual agradecí interiormente porque otro comentario despectivo por parte de la señora Olivia hubiera desatado mi ira, junto al monólogo que venía preparando mentalmente por si las cosas se salían de control.

Olivia guardó silencio y me di cuenta que me caía mejor cuando tenía la boca cerrada, mientras que el señor Anton solo se encargó de hablar de negocios conmigo. El señor van der Vaart, voy a admitir, me ha caído mucho mejor que la propia madre de Natalie, aún no entiendo cómo puede una persona como él, salir con una mujer con ella.

Natalie, por su parte, tampoco estuvo cómoda después de las interacciones con su madre. Yo tampoco, pero a diferencia de ella, yo no pude disimularlo. Tanto así, que a la hora de despedirnos, no me acerqué a ella y un gesto fue suficiente para decirle adiós. La verdad que no me importa la imagen que debe tener de mí, pero quiero que sepa que ella no me cae bien, en lo absoluto.

—Fue un gusto conocerte, Natalie —habla el señor Anton, extendiendo su mano hacia ella. Olivia había ido al baño a retocar su maquillaje. Anton se vuelve a mí con el mismo saludo —igual a ti, David.

—Lo mismo digo, señor Van der Vaart —contesto, con un asentimiento y un apretón de manos. En ese momento la madre de Natalie se está acercando a nosotros y toma la mano de su novio para salir del lugar.

—Llámame Anton —me dice, para girar e ir en dirección a Olivia —espero que a partir de hoy, nos miremos más seguido.

Dibujo una media sonrisa observándolos retirarse, yo la verdad no espero que nos miremos más seguido; y no es precisamente por él, sino por ella. Escucho un bufido de parte de Natalie, que me hace verla con intriga mientras toma su bolso y se vuelve a mí:

—¿Vamos por un trago? —pregunta, colgando su pequeño bolso con correa fina sobre su hombro. La miro por un instante con un gesto de preocupación fingido mientras le doy el último trago de vino a la copa.

—Aún no me repongo de la borrachera de ayer —contesto, tendiéndole mi brazo —pero a la mierda ¿Quién quiere hígado?

Suelta una risa, caminamos juntos hacia el parking, en completo silencio. La verdad, no quiero hablar sobre lo que ha pasado en esta cena y espero que ella tampoco. A cierta distancia observo a Anton y Olivia subir a un deportivo curiosamente aparcado a la par de nuestro vehículo. Agradezco haber rentado un auto antes de venir a este lugar porque moriría de vergüenza tener que subir en la cosa amarilla de la abuela de Alex frente a ellos.

Ambos pasan cerca de nosotros, Anton toca el claxon y con un asentimiento me despido nuevamente, me limito a seguir a la par de Natalie sin decir nada hasta que llegamos al auto. Le ayudo a subir del lado del copiloto y en un instante subo de mi lado frente al volante.

—Bien, ¿Dónde quieres ir? —le pregunto, ingresando la llave en el lugar correspondiente. Su vista está puesta en la ventana lateral y de inmediato se vuelve a mí.

—Hay un lugar bastante cerca de aquí, ¿quieres bailar? —me rio, no, por supuesto que no.

—Ya te lo dije, si no estoy lo suficientemente borracho yo no bailo —se baja del vehículo y la miro con curiosidad rodear el coche. Abre la puerta del lado donde estoy y tiende su mano en dirección al asiento del copiloto.

—Muévete —ordena, ruedo los ojos. No digo nada, me cambio de lugar pero sin bajarme del auto. Solo escucho la risa de Natalie y, acto seguido, queda frente al volante mientras yo intento acomodarme en esta cosa. Cierra la puerta del coche y pone en marcha el vehículo.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora