Parte 12

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David.

—Te digo desde ya que no soy tan bueno —aclaro, antes de golpear el saco. Lo que no quiero es pasar vergüenza, darme cuenta que ella golpea mejor que yo y que después sepa que en realidad es ella que va a defenderme a mí no yo a ella.

—David, golpeaste a Dereck y lo dejaste en el suelo con el labio roto.

—Estaba molesto —contesto, intentando recordar al tal Dereck pero solo tengo un recuerdo borroso de su cara y su cabello a lo vocalista de Nirvana —cuando estoy molesto David el destripador sale a la luz.

Ella suelta una carcajada.

—Eres tan adorable —¿Me llamó adorable? adorable sólo los cachorros ¿Fue eso un cumplido? ¿O debería preocuparme?

—Define adorable —digo de inmediato, cruzándome de brazos. La miro ir al saco de boxeo y rodearlo para ubicarse del otro lado.

—Encantador... como un perrito. —si creí que me creyeran pareja del caga-billetes era malo, que una mujer te mire como un perrito es peor.

E incluso peor que te lancen a la friendzone.

—¿Sabes que Camilo fue a la escuela militar? —me saca de mis pensamientos con la palabra "Camilo" y le da una patada al jodido saco sacudiéndolo de manera brusca.

¡Puta mierda! Está con los jodidos tacones rojos ¿Cómo puede hacer eso con esas malditas cosas?

—Sí, como también sé que es casado —no dudo en responder, ella frunce el ceño y en ese momento me da toda su atención a mí.

—Yo también lo sé —me aclara, pero me continúa viendo a los ojos. Sus grandes ojos castaños me dan miedo. Sin embargo, de inmediato se gira y acomoda sus guantes. —Sabe Karate, dice que me enseña.

—No —le interrumpo. Ella me vuelve a mirar intentando digerir el monosílabo que acabo de pronunciar —¿Para qué quieres aprender Karate? Golpeas un maldito saco con tacones, practicaste Taekwondo y ahora quieres practicar Karate. ¿Cuál es tu meta? ¿Ser Bruce Lee?

Ella se ríe, deja el maldito saco a un lado y camina hacia mí con una sonrisa en el rostro, se queda en frente con los brazos cruzados.

—Camilo da clases de Karate por las noches...

—Lo sé, me invitó una vez pero la verdad que estoy ocupado como para esas cosas —aunque sí pensé asistir, pero eso era antes que comenzara a caerme de esta foma.

—¿Irías conmigo?

—No —dije eso incluso antes que terminara su pregunta.

—Está bien —da media vuelta y queda frente al saco de nuevo. Me quedo meditando un rato y llamo su atención lo que ella atiende de inmediato.

—¿Camilo también te parece adorable? —llevo mis manos a mi cintura esperando ansioso su respuesta.

—Por supuesto que no —¿Por supuesto que no? ¿Yo si le parezco un perro y Camilo el casado no? —¿Por...?

No le contesto, me ubico frente al saco y le doy un puñetazo, de inmediato otro; izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha.

—Oye, tranquilo viejo —dice, con sorna. Me intenta detener tomando mi antebrazo y hasta que ya me siento relajado me vuelvo a ella —lo estás haciendo mal y vas a fracturarte.

Ella me muestra su puño y me indica cómo debo hacerlo.

Pero no le hago caso, sigo haciéndolo de la forma que golpeo todo el tiempo y el saco se sacude con mis bruscos movimientos.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora