Parte 3

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David.

Despierto de golpe quedando sentado sobre la cama, inmediatamente un dolor punzante se instala en mi cabeza ¡Que mierda! cierro los ojos con fuerza mientras masajeo mi sien ¿Qué hora es? ¡Joder! Si llego tarde el maldito de Anderson me va a matar. Miro a mi alrededor ¿Dónde diablos estoy? Todo es de colores aquí, y veo a la par mía, una linda chica, Natalie, recuerdo su nombre al menos, no me va a pasar lo de tener que llamarla "cariño" porque no acordarme de su nombre. Y ahí recuerdo, que me quedé dormido, ella está con ropa, lo que significa que sólo yo me quedé dormido, porque ella tuvo tiempo de ponerse una pijama, no puede ser, sólo falta que crea que soy gay; virgen, tonto y gay.

¡Qué buen comienzo maldito David! ¡Qué buen comienzo!

Me levanto sigilosamente para que no se despierte y no tener que dar explicaciones. Cuando mis pies tocan el suelo sin provocar ningún ruido, la puta alarma suena estremeciéndome, doy la vuelta de manera brusca, y choco contra un mueble con espejo, encima tiene una serie de maquillajes que caen al suelo casi de inmediato haciendo un estruendoso ruido.

¡Hija de la fruta!

Inmediatamente, la chica que lleva el nombre de Natalie, en un ágil movimiento se pone de pie, saca algo de la gaveta de su mesa de noche y me apunta ¡Es una arma! ¡Maldición! Voy a morir. Ahogo un grito.

—No me mates, estoy muy joven para morir —sollozo, intento cubrir mi cabeza, no sé ni para qué, no es como que mis manos fueran a servirme como chaleco antibalas o algo por el estilo.

Inmediatamente, su expresión se suaviza al verme y trago saliva mientras despejo mi rostro y ella solo dice:

—Lo siento, me asustaste, había olvidado que te habías quedado aquí.

Baja el arma como si nada y se encoge de hombros mientras apaga el maldito aparato ruidoso, mi corazón late a mil por hora y ella actúa como si lo que acaba de hacer es algo muy normal.

—¿Por qué puta tienes un arma? —intento calmar mi respiración, tiene una arma ¡maldición! Quiero salir corriendo de aquí.

—¿Por qué te gusta mencionar la palabra "puta"? Deberías tatuarla en tu frente —me evade el tema, no me interesa tatuarme nada en la frente, solo quiero saber porqué tiene una puta arma en su habitación.

—Porque es mi puta palabra favorita, ahora dime, ¿qué puta hace un arma en tu habitación.

—No es real —sonríe —es de espuma —me apunta con ella y me vuelvo a cubrir por instinto, cuando hala el gatillo varias burbujas salen de su interior.

La observo confuso y recojo toda la dignidad que se me cayó al suelo con el grito agudo que produje. En mi defensa, la maldita cosa parece real.

—Qu... Qué bien —es lo único que logro decir, y balbuceando. ¿Más tonto no puedo ser? —es sólo que es muy real —aclaro mi garganta.

—Lo sé —acomoda su cabello en una coleta, observo que lleva unos shorts bastante cortos y ajustados, no es alta, pero tiene muy buenas piernas—. La compré por unos idiotas que teníamos de vecinos, no volvieron a asomarse por aquí cuando la vieron —y yo no tengo ganas de asomarme por aquí nunca más.

Recojo mi ropa, al menos me puse los bóxers nuevos y no el que tiene los dos agujeros porque sería la gota que colme mi copa de la vergüenza.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? No andas auto —pregunta, llevando sus manos a su cintura, obvio que no, mi aliento debe apestar. Y debo oler a borracho.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora