Parte 20

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David

Despierto de golpe y me percato que me he quedado dormido, mi computadora yace a mi costado y la taza de café que tomé para "mantenerme despierto" está derramada sobre mi alfombra, tallo mis ojos para ver el jodido despertador sobre mi mesa de noche, aún no es mi hora de despertar pero aprovecharé para entrenar.

Me pongo de pie con toda la pereza del mundo sobre mis hombros, esta es la única hora del día en que mi cerebro no quiere responder. Camino hacia mi armario y buscando entre mi ropa algo decente que ponerme, me encuentro una prenda que estoy seguro no es mía. Frunzo mi entrecejo al ver la braga con lazos que sólo pueden pertenecer a una persona, no puedo evitar reír, ¿Cómo puede la rápida y furiosa andar cómoda en esta cosa?

Bajo hacia la sala una vez que me he vestido, y al bajar el último escalón mis ojos enfocan a Constanza, está de espaldas hacia mí en la cocina parece que haciéndose un desayuno, lo que llama mi atención es que parece vestida para ir a trabajar y con sus altos tacones, con mi entrecejo fruncido observo mi reloj para cerciorarme que es la hora correcta.

Camino hacia ella y de inmediato al escuchar mis pasos se gira hacia mí esbozando una amplia sonrisa. Lleva un vestido holgado pero que aún así resalta su figura espectacularmente.

—Buenos días —habla con una gran sonrisa, saludo de la misma manera y a medida que me acerco a ella siento ese rico aroma suyo a primavera —¿Qué haces despierto tan temprano?

—Lo mismo iba a preguntarte —digo, de pie junto a ella para tomar una manzana —voy a entrenar a la casa de Oliver ¿Y tú? —doy un mordisco a la manzana mientras observo su vestimenta, me gusta como le queda el color rojo.

—Tengo que trabajar, tendré que tomar el transporte público hasta que pueda pagar el arreglo de mi auto —frunzo mi entrecejo, ella me extiende un vaso de jugo de naranja y la observo a los ojos mientras tomo el vaso —tu desayuno está en el microondas.

—Natalie, no vas a ir en transporte público. Te llevarás todo el día viajando desde aquí al lugar que trabajas —ella se encoge de hombros y camina hacia la mesa con un plato de frutas.

—Cuando recién me mudé a esta ciudad no tenía un auto, así que se exactamente a qué hora debo salir de aquí —camino hacia ella y me siento a la par del lugar donde se ha sentado voy a decirle que yo la llevaré pero antes de abrir mi boca ella me interrumpe —David... yo creo que debemos divorciarnos.

Eso definitivamente me toma por sorpresa hasta se me cae la manzana de la mano haciendo ruido sobre la mesa. Miro la fruta que rueda y cae al suelo, ella también la mira y continúa.

—Es lo mejor para ambos —vuelvo la mirada a sus ojos —la verdad que ya no me importa lo que mi madre tenga por decir, no todos podemos tener matrimonios exitosos —voy a hablar pero no me deja, sigue con su discurso y mi mente se hace un nudo peor que el hecho por un boyscout —tú y yo definitivamente no somos el uno para el otro.

Flashback

—David, tú y yo no somos el uno para el otro —ella continúa caminando hacia su auto y yo con el corazón destrozado la sigo jurando que sea mentira —no quiero ser grosera, por favor, sólo déjame en paz.

—No es lo que pensabas hace un mes —logro decir en un hilo de voz, parpadeo varias veces para evitar que las lágrimas se derramen de mis ojos, al menos conservaré algo de dignidad.

—David... —se gira hacia mí y me mira a los ojos —merezco a alguien más.

—¿Qué? He sido exactamente como tú quieres que sea...

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora