Parte 9

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David.

Maldita sea ya es tarde, no sé porqué desperté a estas horas, yo nunca llego tarde a ningún lado, ¡Odio llegar tarde! Corro de un lado a otro con desesperación, salgo corriendo al baño, el agua no cae ¡No hay agua! Puta mierda... me iré sin bañar, no tengo de otra.

Me visto y ni siquiera me percato de lo que me estoy poniendo, el pantalón no me queda y es que estoy metiendo la pierna donde no es.

Caracoles.

Conduzco a la empresa, siento que el auto no avanza, golpeo el volante y hay una gran fila de autos ¡No puede ser! Ya ha pasado una hora desde que se supone que estaría en esa reunión.

Por fin llego, luego de dos horas... ¿Con qué cara me presentaré ante mis socios?

Entro a la empresa, no hay nadie caminando por ahí y eso es extraño.

—¿Cómo estás, Patricio? —sonríe la recepcionista ¿Qué? ¿Qué que qué?

Voy hasta la sala de reuniones, todos están ahí, la reunión no ha iniciado esto es bueno... sonrío ampliamente, todos sus ojos están sobre mí, me voy a disculpar cuando de pronto dejan caer una pancarta y llevo mis ojos al letrero intentando descifrar aquellas letras.

"Feliz matrimonio, Patricio"

Todos aplauden y se ponen de pie, el video donde digo que King Kong es un orangután comienzan a reproducirse, a plena sala, con más de cincuenta personas importantes.

Ellos ríen.

Todos ríen.

—Lindo traje —dicen Paula y Marisol, parándose frente a mí ¿Qué hacen estos tipos aquí? Vuelvo a ver mi traje y es el jodido traje amarillo con rayas.

Me están tomando fotos. Todos me toman fotos.

¡No no nooooooo!

Despierto de golpe con el sonido estruendoso de mi celular, me incorporo de inmediato quedando completamente sentado sobre el colchón de mi cama. Miro alrededor con desespero, sudores recorren mi frente, estoy hiperventilando.

—Es mi cama —digo, mientras comienzo a palparla —es mi cama, maldición.

Sólo fue un sueño, un jodido mal sueño. Intento respirar tranquilo. Sólo fue una pesadilla. Tranquilo David.

Me dejo caer sobre el delicioso colchón de mi cama, sólo fue una maldita pesadilla. Tapo mi cara con ambas manos y luego extiendo una con la intención de buscar mi celular que está en algún lado enredado entre mis cobijas, anoche había estado escribiéndome por WhatsApp con Andi, bueno, yo dejé de escribirle cuando comenzó a reñir sobre mi matrimonio ¡Claro! ¿Ella puede estar casada y yo no?. Mi celular sigue sonando, debe ser Natalie, se supone que hoy la traería a conocer mi casa y acordaríamos como dividiríamos nuestro espacio en este lugar.

—Maldito celular ¿Dónde estás? —sigue sonando y yo no doy con él. Intento palparlo entre las sábanas pero no lo encuentro —mierda.

Ese sonido me desespera, cuando por fin alcanzo a cogerlo, observo que es un número desconocido. Frunzo mi entrecejo, nadie me llama de números desconocidos, a no ser que sea de la empresa, pero si Anderson no está nadie me llama de la empresa.

—¿Hola? —digo al descolgar, mi voz rasposa delata el hecho que justo me acabo de despertar y no sé qué excusa pondré si es alguien importante.

—David —escucho del otro lado, de inmediato reconozco esa voz, mi cerebro se activa al igual que todas mis terminaciones nerviosas, poniéndome tenso de inmediato. Siento algo estrujarse en mi interior, siento que un puñado de grava se ha instalado en mi estómago. Por un momento me quedo petrificado y no encuentro que decir o que hacer. Yo... no... ¿Qué?

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora