Capítulo 3: Quien podría adivinarlo.

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Eran las siete de la mañana cuando Lauren se levantó de la cama en su nuevo departamento en Nueva York, hoy era el día que se integraría a los entrenamientos de las Liberty y daría las entrevistas a la prensa.

Habían pasado dos días desde que habló con John por la noche. Ella esperaba que la gente de Minnesota realmente estuviera disgustada con ella cuando al día siguiente de esa llamada se apareciera, sin embargo los agentes se veían claramente a gusto. No fue si no hasta el comienzo de la reunión que se enteró que las Liberty habían pagado una suma millonaria muy jugosa por tenerla entre sus filas, es claro que los directivos de las Linces no se opusieron a la idea, y en menos de veinte minutos el litigio legal estuvo resuelto.

Despedirse de Minnesota fue muy emotivo, había pasado toda su carrera profesional ahí y hasta cierto punto pensó que ahí acabaría todo... Pero las cosas nunca son como uno las prevé.

Distraída en sus pensamientos no escuchó el sonar de su teléfono, hasta tres tonos después.

— ¿Si? —contestó la basquetbolista.

— ¿Quieres que pase por ti? Estoy cerca de donde vives. — Era Shaun, el albino simplemente había decidido mudarse a Nueva York cuando se enteró que que las Liberty eran un hecho para Lauren, eran como mejores amigos y si Lauren era sincera, estaba feliz de tener a alguien conocido en Nueva York.

— Claro ¿Por qué no? —sonrió para si la morena.

— Genial, paso por ti en cinco.—y colgó.

***
— ¿Está lista la ropa para el ensayo de hoy para Vogue? —hablaba Camila Cabello al teléfono, en la parte trasera de su Mercedes Benz negro, con su hijo vestido para la escuela mirando la ventana polarizada, evidentemente aburrido con lo que escuchaba— ¿Como que no encuentran la chaqueta de cuero? No, no hay excusas Martí... Creí que podía hacer este trabajo... Entonces encuentra una solución o esto será lo último que hagas ¿Entendido?... Bien, espero algo bueno cuando llegue. —colgó— ¿Qué quieres para cenar hoy, cielo? —se dirigía a su hijo.

El chico bufó.

— Depende. —dijo.

— ¿De? —preguntó Camila intrigada.

— ¿Vendrás temprano a casa?

Camila se lamió los labios y después sonrió.

— Si. Lo prometo. —dijo con firmeza.

— Okay, entonces que sea pasta. —dijo Erik visiblemente contento con la respuesta de su madre.

— Pasta será. —declaró Camila y luego texteó a su chef lo que debía de haber para la cena de ese día.

— Hemos llegado, señor Cabello. —avisó el chófer a Erik.

— Gracias Bill.

— Que tengas un excelente día, bebé. —dijo Camila tomando las mejillas de su hijo—. Te amo. —plantó un beso en la frente de Erik que le dejó una marca de su lápiz labial rojo.

— ¡Mamaaaá! —se quejó Erik, sabiendo que le había dejado una marca.

— Se bueno y se el mejor. —exclamó Camila a su hijo cuando este terminaba de salir del auto, usando las palabras que siempre le aconsejaba todos los días desde que empezó a ir a la escuela.

Cuando la puerta se cerró y se cercioró de que su hijo había entrado al edificio, el coche arrancó.

***

— ¡Harrison ve por la derecha! ¡Por la derecha! ¡Jauregui ponte al día! —decía el entrenador de las Liberty cuando practicaban la ofensiva. Gritaba tanto que las venas del cuello se le saltaba y escupia saliva tremendamente—. Les has dado el tiempo suficiente para cerrarse, cuando te digo que te pongas al día quiero decir ¡Mueve esas malditas piernas! ¿Acaso Minnesota te volvió floja? —decía el histérico hombre.

CUESTIÓN DE RESISTENCIA | CAMREN G!P [REEDITANDO]Where stories live. Discover now