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La tarde comenzaba a terminar. El cielo se manchaba con el contraste que hacía la luz del sol y la llegada de la luna; teñían las nubes blancas en matices rosados con toques violetas en las sombras. Era una bonita muestra de colores anaranjados danzando y acariciando los oscuros que daban inicio a la noche.

Para Mikaela y para Yuichiro el tiempo pasaba, los envolvía y no les preocupaba en lo absoluto.

Yuu sostenía su cuarta taza de té vacía mientras charlaba de forma animada sobre un videojuego que recién tenía adquirido. Mikaela lo escuchaba atentamente y Yu disfrutaba de ser tomado en serio como escasamente sucedía, sobre todo difrutaba de la compañía de Mika y de su poca participación en la conversación.

—¡En serio Mika, es genial! No me arrepiento nada en gastar el dinero de mis ahorros en ellos. Me gustaron un montón, es como si... estuviera en lugares que no conozco pero que puedo ver. Es mucho mejor de lo que imaginaba — El pelinegro tomó una galletita de mantequilla que se encontraba sobre un plato justo entre ambos chicos. A pesar de estar casi vacía y de encontrarse en el centro de la mesa, el culpable de la desaparición de esas galletitas solo era uno. Y Mikaela no las había tocado.

—¿Has jugado muchos? — preguntó el rubio con total interés. Tenía su antebrazo dercho alazado y descansaba su mejilla sobre su mano.

Claro que, mientras Yuichiro divagaba sobre los múltiples videojuegos que había jugado y que deseaba jugar, Mika empleaba su tiempo para observar y llenarse de la imagen de Yuichiro; le parecía sumamente tierno que los pómulos de Yuu (justo en el punto que más se elevaba) conservaban el ligero color rosa que hace no mucho tiempo estaba en todo su rostro. Hacía los mismo gestos distraídos, se movía sin darse cuenta; sus manos apretaban el borde de la mesa o jugueteaban con su taza vacía.

—...Pero lo acabé. No recuerdo cuantos días de mis vacaciones estuve encerrado en eso pero...— el pelinegro se recargó en el respaldo de su silla y adoptó una pose pensante —....si, al final valió la pena. Me gustó mucho, tiene muy buenas gráficas y aunque el final fue un grano en el culo, pude acabar con la anciana que estaba en la mecedora. Se convirtió en... una cosa muy rara, pero luego de vaciar mis municiones en ella, llegó un helicóptero y me salvó y ahí terminó el juego.

Mikaela asintió sin comprender del todo el tema que Yuu contaba. Solo sabía que era uno de sus  videojuegos y... ya. Eso, a pesar de que ya llevaba cinco minutos hablando del mismo.

—Pensaba en buscar un trabajo este verano para poder ahorrar algo de dinero y... oye, Mika. Mika, ¿me estás escuchando? — Yuu frunció su ceño ante la mirada perdida del rubio. Una que, a diferencia de la visión pasada, estaba completamente embelesada y atontada.

—Si, Yuu-chan. — asintió el nombrado.

Yuu no pudo evitar soltar una ligera risa, una muy suave.

—Es muy extraño escuchar que me llamen así. Solo tú lo hacías.

—Y espero ser el único que siga haciéndolo — las cejas claras del rubio se elevaron ligeramente.

—Ah si, claro, claro— Al mover su mano de lado a lado, el pelinegro le restó importancia —¿Qué harás en verano, Mika?

—Pues...— Mikaela se irguió en su silla y rascó su mejilla. Aquello era algo que no había pensado antes. Sin embargo, ante ello recordó la invitación que Mitsuba le hizo un par de días atrás —Estoy en mis últimos meses. Después de la graduación pensaba en tomarme medio año de descanso antes de comenzar mi especialidad.

—¡Oh! ¡Es cierto! — Mika no pudo saber si fue él quién dio un salto en su lugar o si fue Yuichiro. No tenía idea de qué acababa de ocurrir, pero algo pasó —¡Te gradúas!

► Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora