Capítulo 28.

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- ¿Estás segura de que quieres hacer esto? – pregunta Justin. Él está atento a lo que pueda pasar. El lugar en el que nos encontramos parece ser una bodega a la que no han usado por mucho. Todo está oscuro y el olor a viejo domina el lugar. – No deberías estar aquí. 

- No iba a dejar que hicieras esto sólo. Es mi trabajo, Justin. – contesto tranquila. Me sobresalto al oír un ruido a unos pocos metros. Me doy cuenta de que Justin ahora no se encuentra a mi lado. Mi corazón se acelera y empiezo a sudar. 

- ¿Lo ves? Estás asustada. – dice Justin lejos de mí. Maldito cabrón. 

- ¿Has sido tú?

- Sip. – dice haciendo un énfasis en la "p". Escucho como se ríe por lo bajo y lo maldigo, ni él situación más jodida puede dejar de ser un bromista de primera clase. - ¿Oyes eso? – pregunta después de que se escuchara un ruido. Ahora estoy segura de que no ha sido él. El sonido se parecía a un grito, de una mujer. 

- Esto no está completamente vacío. – digo y me acerco a él para sentirme más segura. Él frunce el ceño y saca su pistola. Yo hago lo mismo por precaución y empezamos a caminar hacía la dirección que creímos correcta. El único sonido que hay en la habitación es el de mi respiración agitada, trato de controlarme y logro respirar controladamente después de unos segundos. 

Volvemos a escuchar el sonido que habíamos escuchado unos minutos atrás, se escucha más cerca y sabemos que ella está pidiendo ayuda. 

- ¿Tienes idea de quién sea? 

- No. – contesta frío. No deja de caminar pero yo lo hago. Espero a que llegue a la habitación a la que provienen los sonidos y antes de abrir siento que él me mira y suspira. ¿Él sabe algo? Abre la puerta lentamente y se escucha de nuevo un grito de una mujer, pero esta vez es de alivio. Pide que la ayuden. - __________________, hay alguien que tal vez quisieras ver aquí. 

Me acerco a Justin lentamente pensando lo peor, y lo he hecho desde que llegamos aquí. Sabiendo que alguien importante para mí podría estar allí, camino lentamente no queriendo estar en la realidad. Apretó el arma mucho más fuerte y me doy cuenta de que nunca antes he estado más nerviosa. 

Mi corazón se acelera aún más cuando me doy cuenta de que es mi madre la que está allí. Tiene los ojos vendados y un gran pañuelo en su boca impidiendo que ella pueda hablar o gritar demasiado fuerte. Su cara está mojada por las lágrimas y está amarrada de pies y manos a la silla en la se encuentra sentada. 

- Mamá. – digo entre sollozos. No he podido decir nada más. Hay un nudo grande en mi garganta que no deja que las palabras salgan. Corro hacia mi madre y ella empieza a llorar aún más. Quito la venda de los ojos y de su boca. Tarda un momento para estabilizarse y cuando lo hace, me mira con una mirada de preocupación que nunca he visto en ella. - ¿Quién te ha hecho esto?

- Tienen a las niñas. – susurra ella tan bajo que casi no puedo oírla, pero lo hago. Todo mi cuerpo se tensa y me lleno de más miedo aún. 

- ¿Qué? Mamá, ¿quién te ha hecho esto? 

Ella deja de mirarme para mirar a la dirección en la que se encuentra Justin. Miro también y veo que un hombre un poco más bajo que Justin y vestido de negro está junto a él. 

Mis ojos se abren como platos al reconocer a ese hombre que está parado en la entrada de la habitación. Joder. 

- Hola hija. – dice él y sonríe. Tiene sus dos manos metidas en los bolcillos de su pantalón y por lo que puedo notar no está armado. Me doy cuenta de que él es el hombre que le ha hecho esto a mi madre. - ¿Cómo has estado? – pregunta después de un poco de tiempo y se acerca a mí. 

- No te acerques. – le apunto que el arma en la cabeza. La apretó fuerte con miedo a lo que pueda suceder. Justin se queda observando con el ceño fruncido y hace silencio al igual que mi madre. Mi padre se acerca más a mí y hace que mi cuerpo se ponga rígido. - ¡Que no te acerques, joder! – grito y estoy segura de que se escucha en todo el lugar. Las lágrimas empiezan a brotar en mis ojos y amenazan con salir, pero no puedo llorar, no ahora. 

- Tranquila, hija. No quiero hacerte daño. – dice él tranquilo. Hay una sonrisa en su cara que rogo por lograr desaparecer. – Baja el arma, cariño. 

- ¿Qué haces tú aquí?

- ¿Tú novio no te lo contó? Yo soy el hombre que vas a matar hoy...si lo logras. 

Miro a Justin sin entender nada y por su mirada me doy cuenta de que él tampoco entiende ninguna mierda de lo que está pasando aquí. 

- No sabía que él era tu padre... - dice Justin mirándome a los ojos. Escucho como mi padre se ríe. 

- Pensaba que al menos le hablabas un poco a mi hija de los hombres que tenía que matar. – se dirige hacía Justin. Él tensa su mandíbula y está preparado para cualquier cosa. – Es lo mínimo que puedes hacer.

- ¿Esto es en lo que trabajas? – pregunto distrayéndolo. Él me mira y se queda quieto. Después mira a mi madre que se encuentra sentada aún sin hacer ruido. 

- ¿Ella nunca te lo contó? – frunzo en ceño ante sus palabras y miro a mi madre. – Por eso nos separamos, _______________. Ella se dio cuenta después de mucho en qué consistía mi trabajo y bueno, ya sabes lo otro. Pensé que había sido sincera. 

- No quería que ella tuviera alguna conexión contigo, mucho menos que supiera en que trabajabas, maldito. – dice mi madre casi arrastrando las palabras. 

Mi padre ignora a mi madre y vuelve su mirada hacía mí. 

- ¿Qué es lo que ha hecho que trabajes en esto?

- La maldita necesitad, ¿en realidad te importa?

- Ah, sí. – dice y la sonrisa en su cara vuelve a aparecer. – Me han contado de que ella. – mira a mi madre. – Se ha vuelto alcohólica y gasta su dinero. No creo que haya sido tan idiota como para no contarte en que trabaja, tampoco.

- ¿Qué?

- ¿Nunca te lo dijo? – él se acerca a mi madre y empieza a desamarrar sus manos. – Ella se acuesta con hombres cada noche, ____________. Para conseguir el maldito dinero con el que puede ir a emborracharse en un bar como un maldito hombre. – mira a mi madre con odio. – Lo hacía cuando estábamos casado y aún lo hace. Es una maldita puta. – deja de hablar un momento y me mira con el mismo odio. – Tú no eres mi hija y esas dos niñas mocosas tampoco. ¿Sabes lo que quiere decir eso? Todas tres sois hijas de diferentes hombres. 

Miro a Justin que se encuentra escuchando la historia de mi padre. El me devuelve la mirada y después de un rato la vuelve hacia mi padre. 

- Cuando descubrí que me había sido infiel veinte años de nuestro matrimonio, juré que ella me iba a pagar con su sangre. Lástima que tengas que presenciarlo. 

- No te atreverías. 

- ¿A no? – él se echa a reír y mi corazón empieza a latir fuerte de nuevo. – Mírame. – dice tan rápido que no puedo reaccionar. El saca su pistola y dispara. Uno, dos, tres, cuatro. Cuatro disparos. Miro a mi madre y empiezo a llorar. La ha matado. 

- ¡Maldito hijo de perra! – grito y apunto hacía su cabeza de nuevo, esta vez no dudo en disparar, pero él es más rápido y antes de que pueda disparar se ha cambiado de lugar. Es Justin quien ha recibido el disparo. - ¡No! – corro hacía el que se encuentra en el piso y gime de dolor. – Lo siento, lo siento mucho. – susurro. La bala ha impactado en su abdomen. 

- Creo que tienes poco tiempo para irte de aquí. – dice. Siento su mirada sobre mí. – Si no quieres que te mate al igual que esta zorra. – él apunta hacia mí con su pistola. Sin pensarlo dos veces lo miro y apunto también y antes de que pueda hacer algo disparo. Él gime de dolor y vuelvo a disparar. Una y otra y otra vez. 

Princess of the mafia. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora