—¿Qué tienes con los colores? —pregunto, la observo rodear el desayunador para sentarse a la par mía, sostiene un vaso de jugo de naranja en una mano y un platito con pedazo de pastel en la otra, ante mi pregunta sonríe.

—Creo que todos somos diferentes —toma un sorbo de jugo de naranja y se sienta en la banqueta a mi costado —hay personas que no les gustan los colores y hay personas que sí, yo soy del segundo grupo y tú eres del primero.

—Interesante explicación —digo, observando cómo se cruza de piernas frente a mí y pone el platito y el vaso con jugo de naranja sobre el desayunador —bien, te gusta el arte ¿Qué más debo saber de ti antes de mudarnos juntos? —corto un pedazo del pastel y lo llevo a mi boca.

Lo que faltaba, el maldito pastel sabe bien.

—Eso de mudarnos juntos me suena como si somos una pareja de verdad y vamos a mudarnos "juntos" —hace comillas con sus dedos en esa última palabra.

—Pero no se lo puedes decir a nadie, me refiero a que de nada va a servir si todos se dan cuenta que...

—Lo sé, Patricio —me interrumpe.

Maldito nombre.

Ella sólo ríe, yo no le veo la gracia a ese jodido nombre. Vuelvo mi vista a sus piernas en esa minifalda blanca, aprovechando que no me está viendo.

—Bien, yo creo que hay cosas que debemos hablar antes de mudarnos "juntos" —vuelve a hacer comillas con sus manos y ahora si me está viendo.

Acaba de verme observando sus piernas, carajo.

Pero es mi esposa, se supone que eso sería normal ¿No?

—¿Qué le dijiste exactamente a Camilo? —pregunto, frunce su entrecejo. Tengo que saber, ¿Qué tal si hace eso mismo cada que habla de mí?

—Que no te gustaban los cuadros...

—No —la interrumpo, negando al mismo tiempo con mi cabeza y el tenedor en mi mano —cuando te preguntó quién eras.

—Tu novia —dice de inmediato, Novia... esa palabra también trauma, pero igual, está bien para que Camilo el casado se aleje —no le quise decir esposa porque no tengo un anillo que lo compruebe.

—¿Y qué dijo? —por primera vez en mi vida me siento intrigado sobre Camilo.

—Se rió —vuelve a tomar otro trago de jugo y yo frunzo mi entrecejo —creía que eras gay y que tu pareja era Oliver.

Como que me atraganto, me ahogo, comienzo a toser; me muero, una chispa de color se ha ido a mi pulmón. Natalie golpea mi espalda, me da el vaso con jugo de naranja, comienzo a tomar el jodido jugo, hasta siento en mi nariz un pedazo de chocolate.

Uno queriendo ser el macho alfa, pelo en pecho, lomo plateado, espalda de gladiador, barba de leñador, semental italiano, el que se abre paso frente a todos e impone respeto.

Y lo creen gay... ¡No!

—¿Estás bien? —asiento, miro en su rostro preocupación y va por más jugo.

Sigo tosiendo.

No sé que es peor, que crean que mi King Kong no puede con las mujeres o que digan que mi pareja es el caga-billetes. No me quiero imaginar las teorías sobre quién le da a quién.

—Lo siento, es que... no mastiqué bien ese último pedazo —ella me extiende el vaso de jugo y comienzo a beberlo con grandes tragos.

—¿Ya? —dice, acariciando mi espalda haciendo leves círculos con las palmas de sus manos, su entrecejo está fruncido y sus pechos están rozando mi brazo.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon