Por lo menos una vez

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POV Leo

Me desperté con la mujer más hermosa del mundo entre mis brazos. ¿Cuántas veces la había amado? Había perdido la cuenta. Mi ropa estaba lejos de mi, la única prenda que nos quedaba eran las tiras del vestido blanco que había llevado.

Acaricie su rostro suavemente, Zestia abrió lentamente los ojos y me dedico la sonrisa más encantadora que alguna vez le hubiera visto.

- Más les vale ponerse presentables, terminamos de decidir -.

Mis ojos se abrieron como platos. Ambos nos cubrimos como pudimos con los trozos de tela. Afrodita nos miraba con una curiosa sonrisa.

La diosa dejo salir una pequeña risa. - Una de las mejores parejas, sin duda -. Los colores subieron a mi rostro.

Odiaba a los dioses.

- Pero apúrense, chicos - Nos apremió con un movimiento de mano. - Los demás esperan -.

Despreció sin decir más. Zestia se puso en pie y trató inútilmente de arreglar el vestido.

- Yo... ammm... - Tartamudeó. - Iré a tomar una ducha -.

Me levante aún avergonzando por la intromisión de la diosa del amor en tan mal momento. - Te estaré esperando - Le respondí y besé su frente. No le tenía a la decisión de los dioses, había visto la respuesta en la puerta, Zestia había visto un futuro juntos. Sabía lo que tenía que afrontar, no me echaría atrás y no me retractaría.

Salió disparada fuera del bunker, en cuanto lo hizo, las sombras que nos habían servido de puerta desaparecieron.

Corrí a tomar mi ropa, yo también necesitaba ir a mi cabaña por una ducha y ropa limpia. Por suerte ya era de noche, las estrellas coronaban el cielo y con suerte no sería descubierto por ningún campista. No quería tener que dar explicaciones.

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POV Percy

La ceremonia, reunión, juicio, o lo que fuera que los dioses estaban haciendo, comenzó tan pronto como se ocultó el sol. La gigante carpa dio lugar al coliseo en el que Zestia y Leo habían peleado. El sitio estaba iluminado por antorchas flotantes y había flores blancas por todo el lugar. En realidad se parecía un poco al lugar de la boda que Apolo había planeado. Aunque esta era una versión gigante y sin techo. Todo el campamento estaba allí, no faltaba ni un campista y por lo mismo, no había espacio para moverse. Incluso, algunos chicos del campamento Júpiter se habían unido al evento; según ellos, convocados por los mismos dioses como testigos de algo sin precedentes.

Leo, siendo inmortal. No pude evitar sonreír ante la idea, era extrañamente aterrador pensar en ese chico corriendo y creando por toda la eternidad. Pero al mismo tiempo, el sentimiento de añoranza por las experiencias que. O compartiríamos, me oprimía el pecho.

Él era nuestro amigo, nuestra familia. ¿Cómo lo vería cuando tuviera hijos? ¿Cuándo fuera tan viejo que no pudiera ni sostenerme en mi? Pensar en la idea de envejecer y morir no me preocupaba, había tenido la oportunidad de ser inmortal y la había rechazado, no me arrepentía de eso pero me aterraba la idea de ver a mi amigo solo, por siempre.

El sonido de una trompeta me regreso a la realidad. Los dioses se encontraban de frente al publico, Zestia y Leo entraron en la arena. Mis manos comenzaron a temblar.

Por lo menos una vez (Leo Valdez)Where stories live. Discover now