Como si fuera amor

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POV Nico

- ¡Por fin! - Grité con una alegría exagerada, dándome cuenta de eso me sonrojé hasta las orejas, que bueno que estaba solo.

No sabía ni cuánto tiempo había pasado buscando, había cosas tan extrañas que no podía procesarlas. Había llenado una mochila entera con objetos que sin falta tenía que mostrarle a Zestia. ¿Por qué tenía esas cosas? Había un álbum con fotografías, retratos, pinturas y dibujos de todos los hijos de Hades. Incluso fotos de Bianca y mías, cuando éramos jóvenes.

Encontré los planos originales del campamento mestizo, medallas de cientos de guerras, cuadernos llenos de autógrafos de artistas que tenían años muertos e incluso varios actuales. Mi rubia hermana me había dicho que ella no podía visitar el inframundo por una promesa que habían hecho ella y nuestro padre pero algunas de las cosas en la habitación no podían tener más que una o dos semanas allí. ¿Podía usar ese sitio como su almacén privado?

Suspiré y guarde la daga en la mochila. Era ligera y hermosa, tenía rubis incrustados en la empuñadura y estaba hecha completamente de un oro azul que no solo parecía frío sino que al tocarlo era como sostener un trozo de hielo.

Salí de la habitación y camine hacia el trono de mi padre, pensaba en despedirme al menos pero él no estaba, la sala estaba sola. Apreté mi agarre sobre las tirantes de la mochila y camine hacia las sombras.

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POV Leo

- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! - gritaba mientras arrojaba los torsos de metal, papeles y sillas por todo el búnker. Incluso Festus se marchó al verme en ese estado, estaba demasiado enojado. La charla de Apolo no había ayudado nada. Respiré agitadamente mientras recordaba lo sucedido.

Caminé alejándome de Zestia, no podía verla, no así. No necesitaba ser un genio para saber que el dios del sol se había molestado con ella por el beso que compartimos. Encontré a Apolo en el inicio del bosque.

- Leo, amigo, pensé que teníamos un trato - Me dijo, tenía la espalda apoyada contra el tronco de un árbol, en plan "que buen día hace".

- ¿Un trato? Que yo recuerde no firme nada y no pensé que fuera un psicopata... Amigo - Le respondí, escupiendo la última palabra.

- Oh, vamos. Zestia no puede morir, siempre jugamos a lo mismo, no es como que pueda lastimarla -.

- ¿Eso es lo que consideras un juego? - Traté de ponerme a gritar. Apreté los puños tan fuerte que mis nudillos comenzaron a ponerse blancos. - Tío, estas loco -.

Los ojos del dios brillaron juguetonamente, como si acabase de alagarlo. - Como sea, el trato sigue Leo. Me iré por ahora pero espero que antes de las dos semanas acaben te hayas decidido y portas fin a tu miseria. Recuerda tu sueño, recuerda a tu madre -. Bien, ese fue un golpe demasiado bajo. - Disfruta la compañía de Zestia, pronto te darás cuenta que su lugar es conmigo -. Mis puños comenzaron a arder y aunque me hubiese gustado darle un buen golpe a ese rubio engreído, él ya se había ido.

No había otra cosa que pudiera hacer, de verdad que no y aunque lo lamentaba completamente ahora, era muy tarde cuando me di cuenta de que estaba quemando la cabaña de los hijos de Apolo.

Terminé encerrado en el búnker, necesitaba estar solo, sentía como si todo necesitaba romperse, romperse tanto y tan fuerte como se sentía mi alma.

Por lo menos una vez (Leo Valdez)Where stories live. Discover now