La misión

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POV Leo

Despertó con un terrible dolor de cabeza, no ayudó en nada que todos los campistas parecieran estar en algún tipo de crisis. Se podían escuchar murmullos y los pies resonando contra la tierra, de un lado a otro. Leo se arrepintió de haber decidido dormir en su cabaña esa noche.

Se levantó con pereza y abrió la puerta, queriendo averiguar qué causaba tanto jaleo.

Mientras miraba a los campistas dirigirse a la Casa Grande, notó la mirada de algunas de las chicas de Afrodita; bajo la vista a su cuerpo, siguiendo la dirección de las miradas y se descubrió usando sólo unos bóxeres. Sin desearlo, los colores llegaron a su rostro y aunque trato de sonreír con falsa confianza, regresó al interior de la cabaña. Las risas femeninas no tardaron en llegar. Algunos de sus hermanos que recién se despertaban lo miraron con extrañeza, pero el latino se limitó a esconderse debajo de las sabanas.

Sí, sí. Ya sé que no tengo un cuerpo a lo Hércules — rezongó entre dientes.

Desde la partida de Calipso no soportaba ese tipo de cosas que antes hubiese arreglado haciendo alguna broma. Se había vuelto inseguro y esos viejos sentimientos de sentirse el sobrante, rondaban su cabeza.

De pronto, se escuchó una gigantesca explosión, un ligero olor a uva lo cubrió y como si nada, se encontraba dentro de la Casa Grande. Dionisio y Ares frente a él; sus amigos Frank, Percy, Annabeth, Piper, Jason, Will y Nico estaban a sus lados. Si no fuese por la sabana que lo cubría habría estado solo en ropa interior.

¿Qué diablos pasa aquí? preguntó Percy. Por las miradas ente él y el dios de la guerra, Leo pensó que podría comenzarse una pelea allí mismo. El aura del dios le provoca ganas de destruir cosas.

Tranquilo, Percius Jonsun — habló Dionisio.

Percy iba a responder algo, pero Annabeth tomó su mano, como advirtiéndole, el pelinegro se limitó a mirar mal a ambos dioses.

Padre — habló Frank. — ¿Qué es lo que ocurre?

Van a ir a la mejor de las misiones — contestó Ares.

"¡¿Qué?!" Exclamaron todos a una sola voz. Leo no quería más misiones; ya había tenido suficiente aventura para una vida a sus 15 años.

— ¿Por qué nosotros? — preguntó Annabeth, que parecía ser la única que no estaba al borde del pánico o la ira. El resto la miró con asombro sin creerse que la rubia estuviera en verdad considerando ir. — Si han mandado a llamar a tantos de nosotros, siendo que las misiones deben ser realizadas en tríos, será por algo.

Muy lista, como siempre, hija de Athenea — dijo Ares, aunque parecía que se burlaba de ella.

Es una misión especial que requiere de héroes que hayan salvado varias vidas... Y un hijo de Apolo — les explicó Dionisio sin poner mucho interés a ello.

Gracia — soltó Will con sarcasmo. Leo lo miro y notó que aún no estaba del todo cómodo estado en la misma habitación que Nico. Hacía unos años, tras la guerra contra Gaia, los dos se habían vuelto inseparables; tanto que todos aseguraban eran pareja. Sin embargo, resultó que lo suyo solo era amistad, bueno, al menos para Will, lo que había causado se distanciaran.

No pienso ir — soltó de la nada Jason. — Estoy disfrutando mi verano junto a mi novia y yo...

¡No te estoy preguntando! — gritó el dios del vino, que de la nada se había vuelto rojo de furia. — Es una orden, una misión que no pide sólo un dios sino dos, irás... Todos irán y saldrán exitosos o juro que me encargaré de que comprendan lo peligroso que puede ser un poco de vino.

Ares se limitó a reír mientras el resto repartía miradas de incomodidad.

¿De qué va esta tan importante misión? — preguntó Percy, como quien no quiere la cosa.

Traerán a una campista de vuelta, está en el hotel Lotus de Las Vegas, hasta donde sé, tres de ustedes lo conocen bien — se burló el dios de la guerra.

Si se trata de eso, que vaya un sátiro — se quejó Percy.

Ese lugar es demasiado peligroso — complementó Nico.

Y por eso nos mandan a nosotros — le contestó Piper.

Así es, pero no lloren niñitas, les daremos esto — les molestó un ya más tranquilo Dionisio; para Leo, el dios parecía estar sufriendo de bipolaridad. Les entregó unas delgadas pulseras de bronce celestial. — Mientras lleven eso, la magia del hotel no les afectará.

¿Qué hace tan importante a esa campista que dos dioses la quieran aquí? — preguntó Annabeth, sin duda a ella no se le escapaba nada. Ares se limitó a sonreírle con suficiencia.

Ella es especial . Algo en la forma en que lo dijo le provocó un escalofrío al latino.

¿Especial o peligrosa? — inquirió la rubia.

Ya lo verán, solo pídanle que venga y si algo falla... — señaló a Leo, lo que le hizo quedarse helado, ya bastante malo era estar en ropa interior como para que el dios de la guerra se fijara en él. — Bastará que este muestre su cara.

Nadie pareció entender a qué se refería, pero tampoco lo comentaron.

Partieran esta noche — concluyó Dionisio. — Ahora largo.

Por lo menos una vez (Leo Valdez)Where stories live. Discover now