Una visita extraña

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POV Frank

Tras una ligera resaca de azúcar, como lo había llamado Percy, todos los campistas habían vuelto a sus actividades; aunque aún había pláticas sobre todo lo ocurrido durante la fiesta del día anterior. Ahora, él mismo se encontraba listo para entrenar. Había sido una suerte que les permitieran una visita de dos semanas a los romanos en territorio griego, pero lo había sido aún más que el cumpleaños de Leo fuera durante ese tiempo.

Frank sabía que Hazel no quería perderse ninguna fiesta, mucho menos desde que había descubierto la música electrónica, que por muy extraño que le pareciera, le encantaba. Y ahora que su relación era oficial, sabía que los sentimientos de la chica por el latino eran sólo de amistad.

Esa espada es demasiado pequeña para ti — escuchó a sus espaldas, conocía esa voz demasiado bien.

¿Marte? — preguntó al tiempo que giraba hacia su padre.

El dios iba vestido como si fuera un motociclista o quizá un modelo, Frank no estaba seguro; con pantalones de cuero negro y una chamarra a juego, además de que llevaba cadenas como accesorios y unas gafas oscuras, se preguntó si Afrodita elegiría la ropa del dios de vez en cuando. Sumado a su fashionista look, tenía una apariencia bastante joven, nadie habría creído que ese era su padre pues no se veía mucho mayor que el joven asiático.

Aquí soy Ares, hijo.

¿Qué haces aquí? — siguió Frank, sin importarle mucho si era su forma griega o romana, le daba igual.

Vengo de visita, aunque admito que me sigue pareciendo extraña la forma en que los romanos y griegos han comenzado a convivir.

Han pasado varios años ya.

Sí como sea — le interrumpió el dios de la guerra. — Ahora, si pudieses llevarme a donde sea que se esconda Dionisio...

¿Por qué buscas a Baco?

Ares le miró con una ceja levantada como retándole a seguir con el interrogatorio. Tenía una mirada que decía: "Ni creas que voy a contestarte". Frank tragó en seco y escoltó a su padre hasta la Casa Grande. A su paso, los campistas volteaban entre asustados y asombrados, muchos de ellos jamás habían visto a otro dios que no fuera el del vino. No pasó mucho hasta que toda la cabaña de hijos de Ares e incluso los romanos les siguieran de cerca, como una escolta.

El padre de Frank parecía disfrutar de toda la atención, lo que provocaba en el pobre chico una gran molestia, aún tenía algunas cosas pendientes con ese dios. Aun así, le guio en silencio por todo el campamento.

En la puerta de la Casa Grande estaba Dionisio, sentado junto a Chiron quien al notar al otro dios se puso de pie o algo parecido pues no llevaba la silla de ruedas mágica, e hizo una reverencia.

Señor Ares, nos honra con su visita —. Frank lo miro con una ligera sonrisa, pensando que el centauro no parecía sentirse muy honrado.

Dionisio por otro lado tomó otro sorbo de su refresco y miro a Ares sin interés. — ¿Y bien? — preguntó.

Con un simple movimiento de mano, su padre hizo aparecer una cómoda silla a lado de los otros dos hombres. — Puedes irte — le dijo mientras tomaba asiento.

Frank bufó, pero obedeció. Incluso las ganas de entrenar le habían abandonado, pensó en Hazel y adivinó que estaría con los caballos, así que se dirigió hacia allá. El resto de los campistas se retiraron al notar que los dioses tenían cosas que conversar en privado.

Por lo menos una vez (Leo Valdez)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora