Eternos

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POV Leo

Estuve a punto de tirar la copa que Apolo sostenía, pero antes de que mi mano pudiese sí quiera tocarlo, un fuerte golpe alejo mis dedos de su objetivo. Zestia se interpuso entre el Dios y yo.

- ¡Basta! - Me gritó. - Está vida se realizará lo quieras o no. El destino ya ha sido escrito, no podemos hacer nada al respecto. Es momento de romper con este círculo sin fin -.

- ¡Cierto, por eso debemos quedarnos juntos! - Le grité. Ella me amaba, yo la amaba, era tan obvio como el azul del cielo, lo profundo del mar y la fealdad de mi padre. ¿Por qué no quería aceptarlo?

- Estando conmigo serás infeliz. Me dejaras y seguirás con tu vida igual que siempre, tu alma renacerá y todo se repetirá - Me explicó tras un largo suspiro. Frunció el ceño y me arrebató el martillo que llevaba.

- ¡Oye! -.

- ¿Y encima enfrentas a un Dios con esto? -. Tiró el martillo detrás de ella, destruyendo una estupidas escultura de hielo que decoraba una mesa con comida. No pude más que encogerme de hombros, dioses la amaba pero también podía llegar a tenerle, en especial si estaba molesta. - ¿Quieres morir? -. Sus ojos brillaron con una llama negra, no era como los dioses en que realmente no había un ojo sino luz o fuego, sino era algo dentro de su mirada, algo oscuro y temible que hizo a mi estomago sentir un agujero gigante. Dioses, ¿Nico también podía hacer eso?. Deseé con todo mi corazón que no, no quería a dos hijos de Hades riñéndome así.

- ¡No pienso rendirme, lo vi en la puerta, un nuevo camino; una forma en que juntos romperemos esté... amm está cosa, maldición o lo que sea! -. No tenía cómo expresar la situación y su mirada me hacía sudar frío.

- ¡Tonterías! - Gritó Hera, con tantas furia y fuerza que logró que todo el resintió temblara. Todos los presentes volteamos a verla. - ¿Una maldición? - Espetó. - Osas llamar maldición a mi don, Zestia jamás estará con tu alma, su destino es y será siempre el alejarse de ti y casarse con un inmortal -.

- ¡Fuiste tú! - Gritó Piper a mis espaldas. - Tú eres la que la alejo de su destino, cada vez, en todo momento, fue tu maldición la que le impidió estar con el alma de Alein -.

Mis ojos se abrieron como plátanos mientras mí me te unos los cabos sueltos. Si Hera era la culpable, eso significaba que antes Zestia sí había permanecido con otras reencarnaciones pero estas le habían abandonado a causa de la maldicón y posteriormente habían muerto como humanos todo humano, por eso se negaba a estar conmigo. Pero, lo que había visto en la puerta debía ser una señal... Tomé aire y una sonrisa gigante apareció en mi rostro. Mi plan estaba completo.

- ¡¿Interferiste con dos almas que yo uní personalmente?! - Gritó indignada Afrodita, poniéndose de pie y haciendo temblar de nuevo el lugar.

Varios dioses la siguieron y de pronto toda la sala gritaba; las ninfas discutían entre ellas, Hermes hizo aparecer una bolsa de palomitas y disfrutaba el show, Ares blandía descaradamente su espada, mis amigos se refugiaron tras la puerta. El caos era cada vez mayor e incluso los tres dioses hermanos gritaban enfurecidos. ¿Se estaría agitando el mundo tanto como se agitaba ese lugar?

- ¡Arreglaremos esto! - Gritó sobre todo el escándalo, Apolo. Sorpresivamente, su voz fue mayor a todo el ruido. Dejó la copa sobre la mesa y camino hacia mi. A medida que se acercaba, la túnica nupcial que llevaba se convirtió en un smoking aterciopelado y dos espadas aparecieron en sus manos. - ¡Nos enfrentaremos de una vez por todas! -.

- ¡No! - Gritó Zestia, las ninfas la sujetaron e impidieron que se moviese.

Tragué saliva nervioso, sabía que tendría que pelear con el Dios pero vamos, la última vez que lo hice literalmente morí. Además... ¿por qué tenía que haber tanto drama? Es decir, un smoking, ¿enserio?

Por lo menos una vez (Leo Valdez)Where stories live. Discover now