Capítulo 43 | Parte de algo.

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No obstante, la mayoría de las veces puede llegar a ser inútil. Y el resoplido frustrado de Lydia nos lo confirmó luego de que abrió los ojos.

— Es estúpido, no siento más que dolor. Se queja mentalmente más que una niña— refunfuña la vampira mientras se cruza de brazos en su lugar. Vuelve a ejercer su cara mundialmente famosa, pero diferencio un destello de certeza en sus ojos cuando nos mira a todos—. Aunque es evidente, ¿No? Es una advertencia.

— ¿Una advertencia a qué?— cuestioné al instante, aunque temía la respuesta.

Los Sprause, excepto Margaret y Nicholas, se miraron entre sí, divagando comentarios con la vista, como si reconsideraran que fuera correcto soltarlo todo de golpe. Luego fueron Dylan y Aris, que iban bajando de las escaleras sin saber en qué momento ellos subieron con rapidez a la segunda planta, que revelaron el misterio de las miradas de todos:

— A que están aquí— respondió Dylan. En sus manos traía un libro de portada azul. Desde mi punto de vista, se notaba algo desgastado.

— Y que no se irán hasta entregarte— prosiguió la querida de Thomas. En sus manos estaba situada la carta de Augus.

Se las di hace unos minutos para que ellos mismos la analizaran. No les dije lo que yo descubrí, simplemente me hice el desentendido con eso, con la esperanza de que los más inteligentes del clan vieran en ella algo que yo no vi. Si también conocía a Augus, diría que cada paso que él da deja un misterio que resolver para seguirlo. Esta no debía ser la excepción.

Y, evidentemente, ellos la dedujeron.

— La nota que nos diste no tenía gran relevancia, no la entendimos mucho, pero podría decir que sí la escribió Augustus— comenta Aris, llegando a la mesa de la sala y colocando la nota encima de ella. Dylan no tarda en seguirla y hace lo mismo con el libro, abriéndolo y ojeándolo un poco. Me acerco por inercia para investigar más a fondo—. Se podría decir, a simple vista, que es un acertijo, un juego de niñatos. Podríamos descifrarlo, pero nos tomaría tiempo.

— El cual no tenemos— repuso el vampirito—. Sin embargo, al voltear la hoja, nos dimos cuenta de que la página fue arrancada de un libro publicado por una editorial antigua, el cual es este— señala al montón de hojas desgastadas y amarillentas. Las letras a penas son visibles—. De hecho, es tan vieja la editorial, que sus principales instalaciones fueron mudadas a un establecimiento de Nueva York. Y eso nos pareció mucha casualidad.

Detallé el punto.

— ¿Entonces está en Nueva York?

Dylan negó.

— No exactamente— refutó. Luego cerró el libro y me mostró la portada de cuero—. La editorial ahora mismo se encuentra en Nueva York, sí, pero no se fundó específicamente allí, sino en…

— Bennys Hills— terminé por él, mirando estupefacto el libro.

El título de la obra literaria no se leía. Era de cuero, pero parece que le han caído muchas cosas encima y por eso se ha desvalorado con el tiempo. No obstante, se podía ver perfectamente el logo de la editorial, el cual era una “B” intercalada por una “H”. No tardé en identificar que ese era el nombre del pueblo. Una casualidad muy casual.

— Entonces está ahí— acabé por digerir, un nudo pasó por mi garganta con fuerza cuando trague.

— Alto ahí, niñato— intervino Lydia con algo de hastío—. ¿Cómo estás tan seguro de que Augus sabría a dónde lo llevarían, incluso antes de ser secuestrado? Eso es imposible, a menos de que él fuera…—  la vampira de cabello azul de detiene ella misma cuando ve las cosas desde mi punto de vista. Arquea una de sus definidas cejas hacia cada uno de nosotros y, cuando nuestras miradas le confirman su pensamiento, lleva ambas manos a su rostro y las deja caer con lentitud, estirándose la piel facial—. En qué malditos problemas nos metemos.

Prometo encontrarme © (Completa)Where stories live. Discover now