Capítulo 37 | El juego.

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Estaba nervioso, era la primera vez que estábamos solos en un lugar cerrado. Me sentía como un simple ratón que sería devorado por depredadores.

— ¿Cuánto quieres?— no me esperaba que rompiera el mutismo tan sorpresivamente, y por eso me sobresalté. Su voz era gruesa, fría y calculadora, como aquellos empresarios de novelas de televisión que son malos y diabólicos. Sin embargo, y a pesar de todo, me esforcé en captar lo que me decía.

— ¿Cuánto quiero de qué o qué?— pregunté de vuelta, confundido y algo estupefacto.

— ¿Cuánto quieres por jugar?— concretó lentamente, entrecerrando los ojos en el camino, y esperando internamente su grito. Por otro lado, su sentido de la persistencia iba a algo muy elevado cuando me ofrecía esa clase de cosas.

— ¡No quiero dinero!— reaccioné, de una no muy bonita manera. Sentía que estaba haciendo algo muy ilegal aquí, aunque irónicamente no tiene nada de peligro en comparación a las cosas que he hecho—. Lo siento, es que yo no trabajo.

— Ah, ¿Entonces quieres hablar de becas de estudio?— trata de deducir, y su ambición no le deja ver que lo único que quiero es escapar de aquí y reencontrarme con la vampira que, según, me tiene algo muy especial aguardando—. Bien, también puedo conseguirte algunas cuantas opciones en las mejores universidades.

Sé que eso no sonaba para nada mal, y asegura un futuro excelente para mí, pero no quería aceptar nada de este señor, teniendo como contraparte el hecho de que tendría que pagarle con un deporte que no me gustó. Sí que quería una beca, es decir, ¿Quién no la querría? Pero quiero conseguirla por méritos propios, y no lamiéndole los pies a un profesor que lo único que le preocupa es su codicia y su mal trato a los jugadores. Él de seguro estaba acostumbrado a que las personas le dijeran que sí, su sonrisa victoriosa me lo demostró mientras yo dudaba en aceptar la oferta.

Quise efectuar ese cambio en él.

— No, lo siento, profesor. Mis destrezas no están a la venta— dictaminé, y su sonrisa bajó, los músculos también se le tensaron. Esa máscara dominante volvió a aparecer en él, y no me importó, a pesar de que sufriría los resultados luego—. Debería en concentrarse en los jugadores que tiene ahora y no tratar de convencer a un novato con suerte de principiante.

Él se levanta de su silla, y golpea el escritorio con sus nudillos en el trayecto, permitiéndome cerrar la boca de golpe.

— ¡Error! ¡Nadie declina mis ofertas!— sus famosos gritos volvieron a aparecer, no pudieron aguardar en su garganta por mucho tiempo—. Creí que hablaba con un verdadero hombre, con alguien que podría ser un campeón. Pero, en efecto, hablo con un novato con síndrome de mamitis aguda.

Eso, más que indignación, levantó mi furia. Tengo en cuenta que me dejo influenciar mucho por mamá, pero en esta ocasión la decisión es mía. Y si hago lo que ella dice, es por hacerla feliz, por no defraudarla, por no hacerla pasar los mismos sentimientos negativos que tuvo con la muerte de papá. Yo no quiero fallarle, no quiero dejar de ser el pilar en su vida, siempre le hago las cosas más fáciles para aparentar ser un buen hijo. Yo la protejo a ella, guardo secretos por ella, y atesoro cada minuto con ella porque la vida me ha demostrado que tengo que cuidar a la poca familia que tengo.

— ¿Sabe qué? Me cansó— zanjé, levantándome al igual que él y enfrentándomele a la cara. No estaba tan furioso como aquella vez con el padre de Thomas, pero sin duda mis sentimientos en este momento no eran sanos—. No hable de mi familia como si la conociera, y en definitiva no trate de usarlos contra mí, porque orgulloso soy de lo que me he convertido gracias a ellos. Es mejor que se concentre en lo que debe, y buscar otras alternativas de ganar su inútil copa vacía, no teniendo la esperanza de encontrar su oportunidad en un chico que sólo entró al campo para cumplir una meta. Piense con la cabeza y no los músculos, profesor, quizás así tenga una mínima posibilidad de ganarle a algo, aunque la victoria no siempre es victoria, por más que quiera pensarlo. Que tenga un feliz día, y recuerde que trate de cambiar sus estrategias.

Prometo encontrarme © (Completa)Where stories live. Discover now