Capítulo 33 | Tatuaje.

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Inclusive, la segunda presencia sorpresiva de Christine.

— Coloca esto en la herida de tu hermana— me indica rápidamente ella, dándome una inyección con un líquido verde.

La miré con desconfianza. Esa cosa siempre puede empeorar a mi hermana.

— ¿Qué es esto?— indago, observando con atención la sustancia.

— Hierba medicinal, traída de lo profundo del bosque, ligado con otras sustancias.

—- ¿Hierba medicinal?—- repetí, despectivo. Lo había escuchado, pero no era yo en ese momento.

-— ¡Sí, sólo haz lo que te digo, no hay mucho tiempo! Lydia puede pasar a la muerte final— me ordena con dureza, algo que ni mi familia hacía, y por eso reaccioné.

Me acerco con velocidad hacia Lydia, ignorando completamente su peor estado, y hago lo que Christine me indicó, incrustando con fuerza la aguja en la herida del hombro de mi hermana. Libero el líquido, cubriendo el color y hedor de la lesión, con la sustancia verde y un olor fuerte a hierva.

Luego, por inercia y aunque Christine no me lo haya dicho, busco una pinza quirúrgica en la habitación de cuidados que tiene mamá arriba, y con la misma velocidad vuelvo a la cocina para presionar dicha herramienta en la herida profunda de Lydia. Cabe acotar, que nunca estudié medicina, y que menos mal mi hermana está en la inconsciencia porque me hubiera golpeado por la inexperiencia que le estoy ejerciendo a las pinzas, pero finalmente le saco la bala, y la sustancia negra deja de fluir.

Pero hasta ahí, porque la herida no sanaba, y ella seguía sin reaccionar. En un humano, se vería normal. Pero para un vampiro, unos cinco segundos de inconsciencia, ya serían graves.

Tiré las pinzas a un lugar arbitrario de la cocina, y estaba a punto de utilizar mi impotencia para ir tras Christine y arrancarle la cabeza por el hecho de que me engañó. Pero a los segundos, puedo observar que la herida de mi hermana empieza a sanar lenta e imperceptiblemente.

— ¿De dónde sacaste eso?— pregunta papá, ahora reaccionando al escenario.

No es prudente que haga esa pregunta en este momento, pero pude arreglármelas.

— Del escritorio de mamá— mentí.

No le iba a decir que me lo dio Christine, a duras penas y yo estoy asimilando su comportamiento. Ellos tendrían que verlo para creerme, sino sería un viaje directo al manicomio para mí, ya que supuestamente ella es nuestra enemiga. Pero ahora ya no sé qué pensar, aunque me alegro que papá no la haya sentido gracias al susto, porque sino ya lo hubiera mencionado.

O, quizás, tenía una cosa muy diferente en su cabeza en este momento, y me lo hizo saber:

— ¿Quién le hizo esto a tu hermana?— su tono era molesto, reconociendo que sólo había una clase de personas que podían utilizar esa bala contra ella.

— Cazadores— susurré.

Mi padre asiente sin expresión alguna en su rostro, pero su aura me demostró que toda clase de sentimientos negativos pasaba por su cuerpo. Él casi se dispone en salir de la casa, pero yo lo detengo.

— Papá, sabes que Lydia se lo merecía, por más duro que suene— reflexiono—. Recuerda que los cazadores juegan a una clase de ping pong, cualquier daño que nosotros le proporcionemos, ellos nos lo devolverán aún más fuerte. Quizás con esto se detengan, no vale la pena ir tras ellos a dañarlos o hacerles reclamar el pacto, porque eso sólo lo desestabilizaría. Lydia fue la primera en atacar, y este era el verdadero castigo para ella.

Prometo encontrarme © (Completa)Where stories live. Discover now