Asentí y él se acerco a mi lo suficientemente cerca como para poder abrazarme y lo hizo.

Sentí que varias lágrimas caían por mis mejillas haciendo que estas se empaparán.  Entonces él hizo un gesto que nunca había podido imaginar de él. Limpió mis lágrimas con sus manos.

- Tú y tu familia van a estar bien, te lo juro. – una sonrisa reconfortante apareció en su rostro mientras terminaba las palabras que estaba diciendo. Cuando vio que había parado de llorar me dio una sonrisa más grande para que yo sonriera igualmente, y traté de hacerlo.

- Gracias. – dije con sinceridad.

- Me daré un baño. El doctor debe estar por llegar.

Caminó hasta la puerta del baño como yo lo había hecho y cerró la puerta, minutos después se escucho como el agua empezaba a caer.

Aproveché su ausencia para vestirme lo más decente que pude con ropa que él había mandado a traer también. Había dado con mis tallas perfectamente y me pregunté cuantas veces había hecho lo mismo...y me corregí. Yo era su trabajo nada más y él no lo había haber hecho con alguien de su trabajo. Él nunca trabajaba con mujeres. O eso era lo que me había aclarado el primer día.

Cuando estuve completamente lista me dispuse a ver cada rincón de la habitación por la que él había pagado. La habitación parecía un apartamento de mediano tamaño. Podrían acomodarse por lo menos diez personas para dormir en cualquier lugar. Era espacioso y decorado de una manera elegante y sofisticada. Y él hubiera pagado dos si yo no hubiera tenido la valentía de decirle que con una estaba bien...

Escuche que Justin abría la puerta del baño y se percató de que yo no paraba de mirarlo. Solo estaba usando una toalla enrollada alrededor de su cintura. Me maldije a mí misma.

Cuando él estuvo listo, diez minutos después alguien tocó la puerta. Era el doctor que Justin había traído para que mirara que tal estaba mi brazo. Justin lo hizo pasar y todos los sentamos en una parte cómoda para exanimación.

- Parece que has caído y has puesto todo tu peso en ella. – dijo el doctor de nombre John con solo unos toques. – Se que es una pequeña fractura la cual habrás dejado atrás en quince o veinte días con mucho reposo. – dijo y comenzó a vendarla. – No quiero que trabajes en las próximas dos semanas, así estarás mejor en menos tiempo. – sonrió tratando de ser amable y me dio los medicamentos que tendría que tomar todos los malditos días para el dolor.

- Muchas gracias. – dijo Justin despidiéndose. Le dio el dinero y el señor le dijo algo que no pude escuchar. Justin asintió y como despedida, John me sonrió.

- Así que te tendré veinte días en mi casa sin hacer nada...vamos a ver qué ejercicios te puedo poner a practicar.

(*)

- Sé que tu cumpleaños es en diez días. – dijo mientras se metía un pequeño pedazo de papaya a su boca. Él había pedido un desayuno sano para los dos antes de que yo me hubiera despertado del profundo sueño en el que me encontraba. – Daniela me habló de eso. Dice que todos los años trata de hacer un tipo de fiesta para celebrar contigo.

- Sí. – dije con una sonrisa en mi rostro para después meter lo último que quedaba en el plato a mi boca. – Puedes ir este año si quieres. Digo, te divertirías un poco...puedes ir con tu chica y...

- _____________, yo no tengo una chica.

- Oh. – él dejó escapar una risa burlona ante mi reacción.

- Creo que mejor...

- No digas que no irás. Vamos te estoy invitando...no hagas que te tenga que rogar.

- La verdad es que me encantaría verte rogándome. – dijo él. Sentí que mis mejillas comenzaban a arder, parecía una tía de dieciséis años enamorada del primer hombre de su vida. – Te ves linda cuando lo haces. – se lamió los labios haciendo que yo perdiera el control de mis pensamientos. – Sobre todo si es en mi cama y me ruegas desesperada por más.

Y el Justin sucio había vuelto...

- Me encanta cuando te ruborizan mis comentarios sucios.

- Mhh, creo que...eh, deberíamos alistarnos para seguir con nuestro camino. ¿No crees?

- Has dormido muy poco _____________. Deberías dormir un poco más antes de seguir.

- Creo que ahora me siento lo suficientemente bien como para seguir.

- Esta demasiado temprano aún.

- No importa, necesito llegar a mi casa cuanto antes. Necesito saber si mi madre y mis hermanas se encuentran bien.

- Ya me he encargado de eso, cariño. – dijo con tranquilidad haciendo que yo no tuviera más excusas. – Ellas están completamente bien y felices por la nueva casa que les compraste.

- ¿Qué les compre?

- Sí.

Oh.

- Creí que cuando hablabas de un lugar más seguro para ellas estabas hablando de tu casa.

- Lo pensé. – dijo él tranquilo y sonrió. El tenía un verdadero poder sobre mí. – Y sé que si es un buen lugar para ti, pero no creo que tus hermanas hayan estado contentas en un lugar lleno de hombres vestidos de negro y armados.

Era cierto.

- Te lo agradezco. – dije con sinceridad.

- Yo te prometí que tu familia estaría a salvo y eso lo estoy cumpliendo desde ahora. Ahora bien, nos vamos. 

Princess of the mafia. [EDITANDO]Where stories live. Discover now