Capítulo 11 | La apariencia.

Start from the beginning
                                    

— Cuidado te comportas mal, porque sino tu niñera te dará unas nalgadas— se burló Thomas cuando llegó a mi lado.

No ha parado de burlarse de mi persona, desde ayer en la mañana ha estado así. Inclusive tengo mensajes de textos sobre el tema. Aún no supero que tenga una niñera, pero me impresiona aún más el hecho de que haya aceptado.

— Ya basta, Thomas. No me da risa— informo al borde del fastidio.

— Tengo que aprovechar la situación en la que te encuentras— dice entre risas—. Es mi venganza por haberme amordazado y amarrado.

— Pues, sí sigues así, te amarraré y amordazaré otra vez. Pero en esta ocasión te desnudaré, te tomaré una fotografía y se lo enviaré a todos en este pueblo— le advertí con cierta malicia en mi tono de voz

— Está bien, me calmo— termina de reír asustado, ya que tiene en cuenta de que soy capaz de hacerlo—. Pero tienes que admitir que es graciosa la situación en la que te encuentras. Es decir, alguien de tu misma edad te cuidará. Estará pendiente de que no te hagas popó en tu pañal.

Yo sólo arqueo una ceja hacía el, dejando la amenaza en el aire.

— Lo siento, no pude evitarlo— se calla de golpe.

— Ya supéralo— le aconsejo para después fruncir los labios.

— ¿Y por cuánto tiempo será tu niñera?— cuestionó Thomas. Ya estábamos atravesando las grandes puertas principales de la institución.

— Supongo que por el tiempo que mamá esté en Roma— contesto—. Me dijo que una semana, espero que sea así.

— ¡Adam!— escucho que me llaman, me volteo y es Daniela que se acerca hacia donde nos encontramos.

— Bueno, Scoi, nos vemos. Suerte con tu niñera Thomas me susurra lo último. Para luego irse hacia donde estacionó su moto.

— Hola, Adam. Sólo quería que le dijeras a Elizabeth que a las cinco de la tarde estaré en su casa, justo antes de que parta a su viaje— me avisó Daniela.

Yo solo asentí.

— Bien...— prosigue Daniela, dudosa en decir lo siguiente: — ¿Estás molesto conmigo? No me diriges bien las palabras desde la fiesta.

— No lo sé, tú dime cómo debería sentirme— le digo con una mirada distante.

No estoy molesto por el hecho de que será mi niñera, al contrario, estoy un poco feliz porque siento que nos divertiremos mucho esta semana— en el buen sentido—. En cambio, estoy molesto con ella por el hecho de que me preocupó el día de la fiesta, entre la escena que vi y en preguntarme consecutivamente el paradero de Daniela, casi no dormí esa noche. Aunque sea me hubiera enviado un maldito mensaje para que no me preocupara.

Al ver que ella no me responde y sentir su mirada perdida de pensamiento, me voy de allí, para dirigirme a mi casa.

— Lo siento— es lo único que logro escuchar con un timbre lleno de arrepentimiento por parte de Daniela cuando ya estoy lejos de ella.

(...)

He estado llamando a contactos, recorriendo la ciudad y preguntando a personas cercanas a la familia— me informa tía Sam a través del celular mientras estoy sentado el sofá observando cualquier punto de la sala—. Todos me han dicho lo mismo, creen que la familia se fue a Sudamérica, específicamente a Argentina. ¿Richard aún no se ha contactado contigo?

— No lo ha hecho. Y sinceramente no creo que lo haga por un tiempo, si es que se fue del país— confieso—. No he pensado mucho en él por tener otras cosas en mente, pero aún siento que me falta esa persona en mi vida. No lo sé, siento un vacío que no puedo rellenar.

Prometo encontrarme © (Completa)Where stories live. Discover now