Kimizuki amaba la singularidad de Yoichi. No había nadie como él.

—Está muy bueno, Kimi. ¿Podré hacerlos yo también? Me gustaría sorprenderte con un buen desayuno algún día— El ojioliva se llevó una fresa a su boca y sin darse cuenta, manchó parte de la comisura de sus labios con crema batida.

—No es necesario, pequeño. Deja que yo me encargue de hacer feliz a tu estómago. —Estiró su brazo para tomar el mentón de Yoichi y con su pulgar limpiar la crema batida, después de eso se encargó de comerse los restos del dulce antes de seguir con su propio desayuno.

—Me haces feliz a mi completo, yo también quiero hacerte feliz...—Dijo Yoichi con sus mejillas ligeramente sonrojadas.

«Vas a acabar conmigo, Yoichi»

Kimizuki sonrió de costado, volviendo a sentir ese revoloteo dentro de su pecho. Dos años y el revoloteo siempre lo tomaba por sorpresa como si fuera la primera vez que lo sintiera. Con Yoichi siempre parecía ser la primera vez, sin importar el tiempo.

—Soy feliz estando contigo, siempre.

Las mejillas del castaño tomaron color con mayor intensidad y continuó con su desayuno en silencio. No fue un silencio incómodo y al menos para el pelirosa fue divertido. Yoichi no dejaba descansar sus mejillas, parecía querer decirle algo pero cuando abría la boca para hablar, la llenaba de comida. Kimizuki se imaginó lo que iba a pedirle.

—¿Podemos ir al cine más tarde? Quiero aprovechar todo el tiempo que podamos, puede ser después de que vaya con Mikaela.

—Estamos todos los días juntos, Yoichi.

—Solo para dormir— Se removió en su asiento y le dio otro mordisco a su crepa. Parecía que hiciera cada acción a propósito, para provocarle ternura a Kimizuki. —Cuando estamos aquí siempre uno de los dos está estudiando o en el hospital, o haciendo proyectos... ¿podemos tomarnos un respiro?

Lo cierto era que tanto Yoichi como Kimizuki tenían cosas que entregar y los exámenes estaban a un par de semanas de cercanía. Los de Yoichi mucho más cercanos, por ello no podía cancelar ninguna visita a la biblioteca, ni a las tutorías de Mikaela. Pero ambos coincidían en algo: su pareja era su primera prioridad. Necesitaban de su tiempo libre para pasarla juntos.

El pelirosa arrastró su silla para acercarse más al castaño quien lo miraba aun sonrojado. Tomó una fresa con crema batida y picó los labios de Yoichi.

—Abre. ¿A qué hora irás con Mikaela?

El menor terminó por colorear completo su rostro ante la acción de su novio y siguió su orden, dejando que lo alimentara.

—A las cuatro. Dijo que pasaría la mañana terminando unos historiales clínicos en el hospital y que por eso no podía verme temprano. Pero como hemos despertado muy tarde... creo que me pondré en marcha cuando acabemos.

—Iremos juntos. Pasaré a la biblioteca también, debo investigar unas cosas.

Sonrió tímidamente y acercó su silla por igual para estar más cerca de su novio, se estiró y dejó un beso sobre sus labios los cuales fueron atrapados ágilmente antes de que pudiera alejarse.

A penas comenzaba a profundizarse cuando ambos se separaron, Kimizuki se relamió los labios y continuó con su tarea de alimentar a su castaño.

Una vez terminado el desayuno, le tocó a Yoichi encargarse de los trastes. Llenarlos de jabón, tallarlos, mojarlos y al final secarlos.

Mientras él se encargaba de eso, Kimizuki se encargó de llenar su mochila con algunas carpetas y hojas que tenían la información que debía investigar en la biblioteca.

► Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now