Capítulo 55

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A pesar de que quiero ser positivo, la verdad es que me costó trabajo aparentar que no me afectó la noticia que Natalie me dio. No podía decir en voz alta que me duele porque es una gran oportunidad para ella, sería cruel y egoísta solo pensar en mis deseos si le pido que se quede a mi lado.

Llego decaído a casa, me detengo en el umbral del comedor y contemplo a mis padres reunidos en la mesa, los dos se ven felices —mi padre está serio como la mayoría de las veces—, creo saber la razón a pesar de que no han pronunciado palabra alguna.

Mi madre se levanta y abre los brazos como si estuviera pidiéndome un abrazo, me quedo quieto, no muevo ni un solo músculo.

—¡Felicidades! —exclama—. Anda, ven aquí, no seas tímido. Cuando envié los papeles sabía que lo conseguirías.

Mis ojos van de mamá a papá, los amo por lo que son en mi vida, porque son mis padres y estoy muy agradecido por lo que han hecho por mí hasta ahora, sé que me aman, que se preocupan por mi bienestar; pero no creo que tengan idea de lo que quiero en verdad, eso es porque no quieren conocerme, no se detienen a charlar para preguntarme qué pasa por mi mente, prefieren la idea de que tienen al hijo perfecto que actuará como un robot siguiendo sus órdenes.

—Me alegra que lo supieras, pero me decepciona que no supieras que jamás quise eso para mí, mamá —digo con más brusquedad de la que quería, todo se me ha juntado de pronto, estoy abrumado, lo único que quiero hacer es respirar y no sentir esta pesadez en mi pecho—. No puedo creer que te hayas atrevido a enviar algo tan importante, algo que marcará mi futuro, sin mi consentimiento. ¿Tienes idea de quién soy? ¿De cuáles son mis metas y aspiraciones? ¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo que quiero? No, es más fácil ignorar eso y seguir el plan que has forjado para mí sin tener en cuenta mi opinión. No quiero estudiar medicina en Stanford ni en ninguna escuela porque no quiero ser médico, espero que lo entiendas y a partir de ahora me dejes tomar mis propias decisiones aunque sean estúpidas y al final me equivoque.

No espero una respuesta, rápidamente me doy la vuelta y me dirijo a la planta alta subiendo las escaleras de dos en dos. Mi corazón late de prisa, mi respiración se agita, me falta el aire y no sé si es porque es la primera vez que enfrento así a mis padres o porque me duele muchísimo que Nat se irá lejos. Tal vez es la segunda opción, al llegar a la escalera siento que una lágrima moja mi mejilla. Me encierro en mi habitación y me dejo caer en la cama, suelto un suspiro que hace que mis pulmones se desinflen. Al fin estoy solo, no me siento mejor, al contrario, siento que la oscuridad se cierra a mi alrededor, que estoy parado en la punta de una montaña y no tengo más opción que bajar incluso cuando me aterra hacerlo.

Me quedo impávido mirando el techo, el rostro de Natalie aparece frente a mí como si en verdad la tuviera cerca, a unos cuantos centímetros, cierro los párpados, sin embargo, ella sigue en el mismo sitio en mi mente.

Su cabello despeinado, las ondulaciones perfectas que se forman en sus puntas, sus labios rosas, sus ojos dulces, la nariz puntiaguda que siempre me incita a depositar un beso, sus pestañas largas, el sonrojo que aparece en sus mejillas cuando hablo en su oído. Una sonrisa se dibuja en mi cara al recordar la primera vez que me fijé en ella, el día que arrojó un caldo a mi camisa, nunca me imaginé que se convertiría en lo que es hoy. Pero ¿qué es? Ni yo mismo soy capaz de comprenderlo, lo que siento es tan intenso que no puedo describirlo pues no hay palabras adecuadas que puedan adaptarse a mis sentimientos.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora