Capítulo 35

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Me escurro en mi asiento lanzando un suspiro, acomodo mi bandeja llena de comida frente a mí y recorro la cafetería con la mirada, buscando esa melena rubia que me ha estado evitando. ¿Evitando? No, ella prácticamente me voltea la cara, es más como ignorar; y no me agrada que Natalie me ignore.

—Explícame qué demonios te pasa, actúas como si te hubieras comido un cactus y te diera miedo ir a cagar. —Arrugo la cara, le doy una mirada de desagrado a Harold y lanzo un resoplido—. En serio, desde ayer actúas de ese modo, ¿es por Hannah?

—No —digo, niego sacudiendo la cabeza, revuelvo la pasta con el tenedor—. Es por Nat, no me habla.

—¡Uh! ¿Qué hiciste, amigo? Debió ser algo malo como para que ella no te hable, ella es como muy chispeante, nunca la he visto enojada.

—Es porque mentí el día que fue a casa, mi madre empezó a preguntarle sobre sus notas, sé lo grosera que puede ser mamá, contigo lo fue, ¿recuerdas? Ni siquiera se detiene a pensar si sus palabras causan algo en la otra persona, ella solo abre la boca y lanza mierda. Entonces entré en pánico, temí que le dijera más basura de la que ya había dicho, así que dije que tenía buenas notas en las materias donde más mal le va. —Respiro profundo, lanzo los cubiertos al plato porque se me ha ido el apetito—. Entonces ella se levantó y prácticamente le dijo a mi madre que no tenía valores, se fue, discutimos en la parada de autobuses porque cree que quiero una copia de Hannah.

—Comprendo lo de tu madre, discúlpame, es bastante pesada, amigo. —Recuerdo el día que mamá conoció a Harold, el listado de preguntas que le hizo para comprobar que no fuera una mala influencia—. ¿Y no es verdad? Lo de Hannah.

—No —digo con la frente arrugada—. Por eso me gusta Nat, porque es distinta, puedo ir a los restaurantes con ella sin escuchar cuántas calorías puede comer, se sube a mi motocicleta y no le importa si se despeina en el camino, es divertido pasar el tiempo a su lado, es espontánea, graciosa, madura e inteligente aunque no lo crea.

—No la estarás poniendo en la zona de amigos, ¿verdad? —Vuelvo a resoplar.

—A menos que ahí pueda subirla a mi regazo para devorarle la boca —digo a lo que lanza una risotada.

—¿Ya le dijiste eso que has dicho? —pregunta.

—No, me pongo nervioso. —Harold me indica con una seña que me acerque como si fuera a decirme un secreto, me inclino, pero él dice que me acerque más, por lo que me arrastro en mi asiento hasta que la mesa se clava en mi torso. Una dura palmada cae en mi mejilla, me echo hacia atrás con asombro.

—¿Qué mierda te pasa? —pregunto, anonadado.

—Díselo, maldita sea, busca a Natalie ahora y dile lo que acabas de decirme.

Asiento, me pongo de pie y le sonrío a mi mejor amigo porque siempre sabe decir las palabras adecuadas. Doy una vuelta en la cafetería, salgo de ahí cuando no la encuentro, tampoco a Jasmine. Voy al salón de artes, pero no está ahí, así que me detengo en la mitad del pasillo, preguntándome si debería ir a la biblioteca.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora