Capítulo 29

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Camino por el pasillo de la escuela antes de ir a buscar mi almuerzo a la cafetería, guardo mis libros en mi casillero pues los muy malditos comienzan a pesar. De pronto, siento cómo una bestia nace en mi estómago, tiene uñas y sabe rugir, miro hacia abajo.

—Jasmine tiene suerte de llevar un lindo bebé, al parecer yo voy a engendrar un monstruo —digo, melancólica.

Cierro la puerta metálica y empiezo a caminar, decidida a alimentar a mi pequeña bestia hambrienta. Ayer no salí de mi alcoba, me fui de casa sin musitar palabra esta mañana, y ahora me muero de hambre.

Me detengo en seco cuando escucho una risa, en algún lado la he escuchado, me quedo quieta hasta que vuelvo a escucharla. Busco de dónde proviene, camino deteniéndome en las puertas de los salones para comprobarlos, debería ser espía o algo.

Me detengo cuando escucho una voz que logro identificar, mi pulso se acelera, percibo ese cosquilleo en la punta de mi nariz cuando presiento que algo malo va a pasar. Al parecer las personas están en el salón de música, me detengo en el umbral, escondida detrás de la pared, y agudizo el oído.

—Sí, eres muy linda —dice el chico y yo quiero romperle los dientes, sacarle la lengua y raparle la cabeza. Decenas de pensamientos psicópatas ruedan por mi mente en menos de un segundo.

La pobre idiota vuelve a lanzar una risita coqueta que me hace querer vomitar, ¿en serio está haciendo esto? La chica habla y también logro identificarla, aprieto los puños, segundos después me atrevo a asomarme porque necesito verlo para creerlo.

No puedo aceptar lo que veo, ahí está él, abrazando a esa tipa a la que ahora le diré mantequilla. La señorita mantequilla le rodea el cuello y lo besa, ¡oh, cuidado, no vayas a resbalarte, pequeña lagarta! ¿Desde cuándo me comporto como una abuela?

Lo peor de todo es que él le regresa el beso, después la aleja con una sonrisa tensa que se borra en cuanto alza la vista y me ve de pie en el umbral, tamborileando mi pie; se pone pálido, tan blanco que creo que va a vomitar.

Debería vomitar, tuvo los labios de la mantequilla que besa a medio mundo encima de los suyos. Kiara es conocida por sus múltiples conquistas, la verdad es que me importa un cuerno si le gusta coquetear, a mí me gustan los unicornios, cada quien hace lo que quiere con su vida; pero no si se mete con el ex de mi mejor amiga, ahí sí que no puedo hacer como si me agradara la idea, más cuando sé todo lo que está pasando Jas.

Mientras Jasmine está sola en un hospital haciéndose una prueba de embarazo después de ser dejada por la persona que amaba, Greg está aquí besando a otra.

Kiara intenta colgársele de nuevo, pero él le da un empujón y le da una mirada furibunda.

—Vete —murmura entre dientes a la chica que se ve como si estuviera perdida, no la culpo, Greg logra confundirme hasta a mí.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora