Capítulo 10

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MIRADAS AZUCARADAS VUELVE A WATTPAD por tiempo indefinido\*-*/ Recuerden que este es el borrador de la historia, en el libro físico y en el ebook hay cambios <3

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Ya casi son las nueve, veo continuamente el reloj en la pared. ¿Y si me deja plantada? Sería el arbusto más sensual del mundo, pero sería malo.

Siento que me va a dar un  tick en el ojo si no me calmo, mis manos sudan y no sé si es por los nervios o por estar volteando carnes en la parrilla.

—Salen las últimas del día —digo, mientras se las paso a mi compañera, quien se encarga de untar mayonesa en los panes en completo silencio. Ella es una chica silenciosa, es mejor no perturbarla.

Me quito el delantal y suspiro, estoy agotada.

—¿Qué te parece si tú y yo vamos a comer algo por ahí? Yo invito —murmura Jackson mientras empaqueta papas fritas. Vuelvo a suspirar.

—Hoy no puedo, Jack, tengo una cita —canturreo. Él se queda serio durante un instante, luego sonríe con suficiencia.

—Eso es genial, Nat, espero que la pases bien. —Se gira y me tiende las bolsitas, las cuales deposito en una gran bolsa plástica junto con las órdenes—. Por cierto, ¿dónde está tu gorro?

Aplano mis labios para no reír, pero la alegría cae cuando veo al viejo Ernest parado en el umbral con el ceño fruncido, lo jodido es que lleva mi sombrero.

¡Oh, no! ¡Lo encontró! Estúpida cosa, se parece a Chucky.

—Nat, encontré esto afuera en el bote de basura, ¿sabes cómo llegó ahí? —cuestiona, confundido.

—No tengo idea, quizá se me cayó o algo. —Sí, claro, si caer significara pisotearlo y arrojarlo a un contenedor lleno de sobras de comida.

Lo tomo forzando una sonrisa, escucho la risita divertida de Jackson a mis espaldas.

Después de limpiar y dejar todo en orden, me despido de mis compañeros a la hora indicada. Me pongo un suéter para esconder un poco mi traje ridículo y tomo un respiro profundo. No debo hablar de más, no debo arrojarle cosas al rostro ni a la ropa, nada de hablar de unicornios y cosas raras. Dios, estoy que me cago de miedo.

La campanilla se escucha cuando abro la puerta. Al alzar la vista lo veo, está recargado en su motocicleta con una bolsa que me resulta conocida, la cual sacude para que la observe.

—Dos hamburguesas jugosas con muchas patatas, ¿te grada la idea? —pregunta. Hay tanta seriedad en sus facciones que me hace creer que mi respuesta es de suma importancia. No entiendo. ¿Debo decir que no?

—Eso suena genial. —Si pretende que coma ensalada como la conejita Hannah, está muy equivocado.

Sus hombros se relajan, sonríe de oreja a oreja y deja la bolsa en el asiento. Me ofrece su mano cuando estoy cerca, la cual tomo casi sin dudarlo. Me da un jaloncito para envolverme en un abrazo.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora