Capítulo 16

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Abrocho las agujetas sentado en la banca de los vestidores. Respiro profundo para mentalizarme, es una rutina que hago para relajar los nervios.

Un rechinido se escucha, unos pasos traquetean. Pronto levanto la cabeza para ver qué mujer se ha atrevido a entrar. Hannah camina con pasos firmes y me sonríe con suficiencia, así que hago lo mismo. Se sienta a mi lado y acomoda su falda larga de color negro que combina con la playera del equipo. Yo se la regalé.

—¿Ya estás listo para correr? —pregunta.

La verdad es que no, creo que jamás estaré listo, pero no me atrevo a decírselo porque dirá que es mi obligación y suficiente tengo con mis padres.

—Listo —respondo antes de seguir acomodando mis zapatillas.

—Natalie está afuera. —Su nombre hace que la mire. Me observa con los ojos bien abiertos, quizá porque mi ceño está fruncido—. Es muy linda.

No es linda, es lo que le sigue. Y es divertida, hace cosas geniales, es un respiro entre tanta presión. Este último año será difícil, más porque papá espera que vaya a la mejor universidad y estudie medicina sin importar si es lo que yo quiero. Odio la sangre. Ella hace que olvide todo y me concentre en el momento.

—Lo es —digo, seco.

No sé por qué me siento incómodo hablando con Han de Nat, a pesar de que hemos hablado de muchas cosas. No quiero que nadie se meta, mucho menos ella, y menos aún sabiendo que a Nat no le agrada demasiado.

—¿Están saliendo? ¿Tus padres ya lo saben? —Aprieto la mandíbula porque ese pensamiento me enfurece. No tengo idea si mi familia busca lo mejor para mí, pero puedo asegurar que a mi padre no le agradará Nat aunque sea la chica más increíble que haya conocido.

Adiós, momento de tranquilidad pre carrera.

—Salimos y no, no lo saben, no tienen por qué saberlo. —Me pongo de pie de un salto.

Me atrevo a mirarla por un corto instante. Es tan linda con sus caireles rubios y sus labios rosas, es demasiado pálida y sus ojos azules siempre me parecieron como un cielo lleno de nubes. Debo dejar de pensar en eso.

—Bueno... —Suspira con pesadez y se pone sobre sus pies—. Quería desearte buena suerte antes de que todos quieran tener un poco de ti.

—Gracias —digo.

—De acuerdo, entonces me voy. —Se queda quieta unos segundos como si estuviera esperando algo, no digo nada, se tambalea un tanto nerviosa.

Hay un aire extraño entre los dos, uno que antes no estaba ahí y que me entristece, creí que éramos amigos, sin embargo, sus acciones me han demostrado que soy más como un acompañante, que la venda haya caído duele. Por otra parte, siento que es mejor así aunque no lo entiendo del todo.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora