Capítulo 49

384K 31K 8.2K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tuve que pedirle... No, más bien rogarle a Shawn, quien se aferraba a quedarse a mi lado, que se fuera a su casa a descansar; le agradecí un montón que se hubiera quedado conmigo toda la noche y me hubiera brindado su ayuda, no quería que su madre lo regañara, a pesar de que la señora no le había dicho nada malo por teléfono.

Voy hacia la cafetería del hospital pues no soporto el hambre ni el dolor de cabeza, la cual punza, siento los «booms» como pulsaciones. Casi es mediodía y no he probado bocado, no es extraño que me sienta como una bomba a punto de explotar.

La señorita detrás del mostrador me regala una sonrisa apenas me acerco, le pido tres emparedados de jamón y queso, uno sin mostaza ya que a Cecile no le gusta, y uno con doble queso y papas fritas pues a Frank le encantan, también pido refrescos. Espero unos minutos, después pago y hago mi camino de regreso a la sala de espera.

La doctora fue muy temprano por la mañana a decirnos que papá había salido bien en los últimos estudios, que ambos estaban descansando y que podríamos verlos en un rato. Le llamamos a nuestras abuelas para avisarles, las dos aseguraron que vendrían pronto, solo espero que, si mis tíos vienen, no traigan a mis primos porque pueden ser realmente pesados. La última vez que los vi molestaron a Cecile tanto que ella terminó poniéndoles chile en el champú y causándoles irritación en la piel; sacan lo peor de mis hermanos, yo los ignoro lo más que puedo.

Voy a girar en una esquina, pero me quedo estancada en el suelo cuando escucho la voz de mi hermana, no debería espiarla, sin embargo, la curiosidad me está matando, sobre todo después de escuchar el nombre que pronuncia.

—¿Damien? —Hace una pausa y luego suspira con melancolía—. Sé que no te gusta que te hable por teléfono, pero me gustaría... Mamá y papá... Ellos... —Vuelve a suspirar, así que frunzo el ceño, ¿qué demonios está sucediendo? ¿No puede solo decirle lo que ha pasado con nuestros padres? ¿Por qué? Si antes no había poder humano que los callara, Damien era el único al que dejaba entrar a su fortaleza—. Olvídalo.

Escucho que termina la llamada, por lo que sigo caminando antes de que me descubra, cuando me la topo hago como si no supiera que estaba hablando.

—¡Oh! ¡Al fin te encuentro! Traigo emparedados. —Le doy una sonrisa casual e intento que no se me vea la confusión en la cara. Cecile me mira con su seriedad característica, es más imperturbabilidad que otra cosa, la mayor parte del tiempo parece una estatua. La pintura negra de sus ojos sigue en el mismo sitio, no puedo entender cómo hace para que el maquillaje siempre se quede en su lugar.

—Dibujas increíble, pero no actúas ni una mierda, Nat, además tu respiración se parecía a la de un toro soplando en mi oído. —Abro los ojos con sorpresa, ¡lo ven! ¡¿Cómo demonios hace para estar en todos lados?! Pienso que va a decirme alguna cosa, en cambio, aparta la vista y la clava en el suelo, con la misma expresión en el rostro.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora