—¿Qué vas a hacer? —pregunto, medio divertida. Es por eso que me agrada estar con Jackson, puedo hablar sin preocuparme por qué pensará de mí.

—Voy a decirle al viejo Hest que quieres ser la mostaza. —Suelto una risita porque me parece ridículo y porque no quiero usar esa cosa tan horrible, el gorro parece el pico de un pato—. ¡Ahí estás!

Luego pasa algo que me sorprende, Jackson deposita un beso en mi mejilla.

De acuerdo... ¿qué demonios acaba de pasar? Jack me abraza un montón, a veces nos saludamos con un beso en la mejilla, pero jamás se inclina para besarme la cara sin razón alguna, ¿es que me veo tan mal que cree que necesito cariño?

—Bueno, como no hay gente creo que es mejor que me vaya, al fin y al cabo es mi día libre. —Hago un mohín—. Gracias, Jack.

Me despido de él e intento decirle adiós a Poppy, pero ella está raspando con agresividad la grasa de una estufa, mi ceño se frunce porque no veo que haya tanta suciedad como para lijar de esa forma, creo que está molesta; sin embargo, siempre lo está, sobre todo conmigo. Decido que lo mejor es no aumentar su disgusto, así que salgo del local.




La mañana siguiente, camino por el pasillo, pero me detengo en seco al ver una escena que no es agradable. Me pego a la fila de casilleros para esconderme.

—Auch —suelto junto con un gemido, mi golpe ha causado un estrépito, varias cabezas giran para mirarme con curiosidad—. Genial, Natalie, qué movimiento tan inteligente.

Contengo la respiración, esperando que se den cuenta de que estoy aquí, pero no lo hacen. Extiendo mis brazos en el metal, me adhiero como si tuviera tentáculos. Hay un grupo de alumnas que me esconde, gracias a todos los cielos existen las chicas amantes del chisme que se juntan en los pasillos a platicar de las vidas de otros. En este momento estoy muy agradecida, ya que no quiero que me vean.

Levanto la vista para contemplarlos, podría integrarme a las fuerzas del FBI o quizá no me han notado porque están demasiado entretenidos... Sip, seguramente es la segunda opción. El caso es que tengo que tragar saliva varias veces porque el nudo en mi garganta quiere ahogarme. Si fuera cualquier otra chica no me molestaría, pero que Hannah esté con Shawn y que ambos estén riendo con alegría me desalienta, me entristece.

Ella dice algo y él se carcajea, ¿desde cuando Hannah es graciosa? Ella es todo menos chistosa, es como si las ranas no fueran babosas, lo divertido y Hannah no encajan. ¿Por qué demonios se ríe?

Pasé toda la noche encerrada en mi habitación, las cosas con mi padre están tensas, ni siquiera sé qué hacer, no sé si debo hablarle, si debo enojarme porque me mintió y cubrió a mamá, no tengo idea. Anoche llegué a casa de papá, estaba la cena servida, pero no pude masticar, por lo que me levanté y me refugié en mi alcoba a pesar de que sabía que eso lo decepcionaría porque se está esforzando para que recuperemos nuestro vínculo.

Luego me levanté en la mañana y mi padre ya se había ido, toda esta situación me hace sentir tonta, me gustaría que Shawn estuviera conmigo en este momento y me diera un abrazo, o que por lo menos riera a mi lado; pero no, está con Hannah.

—¡¡Natalie!! ¡¡Amiga!! ¿Qué estás haciendo? —La voy a matar, me las va a pagar, juro que voy a vengarme.

Me despego del casillero, volteo la cara justo cuando Shawn empieza a buscarme con la mirada. ¡Maldita, Jasmine!

La miro con los ojos desorbitados, ella aplana sus labios para no carcajearse, se está divirtiendo la descarada.

—Voy a amarrarte con los calzoncillos sucios de Frank y te encerraré en una jaula junto a Greg, te juro que me la voy a cobrar, Jas —digo con los dientes apretados, escucho su risita, pestañea repetidas veces como si fuera una chica inocente.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora