—Papá, esta es Natalie, una amiga. —Vuelve a mirarme con intensidad, mierda, ¿puedo convertirme en hormiga ahora?—. Nat, él es mi padre.

—Mucho gusto, señor Price —digo con una sonrisa, o eso creo que es. Después de un segundo su ceño de relaja, me regresa el gesto.

—El gusto es mío, hija. —Se hace a un lado abriendo la puerta para dejarnos pasar.

—¡Shawn, qué bueno que llegas! Hannah me estaba diciendo que las finales del equipo de baloncesto son en unos días... —Ella se queda callada cuando se da cuenta de que su hijo no viene solo.

Doy un respiro tembloroso, desearía limpiarme el sudor de las palmas en mi pantalón, pero siento que me veré patética porque ahora todos están mirándome como si fuera una mosca molesta cagando en sus comidas. Y la verdad es que eso no me molesta en absoluto, hasta creo que las moscas son geniales, lo que enfurece un poquitín es que Hannah está aquí.

Sus ojos azules me enfocan, pero luego se apartan, clava sus pupilas en la alfombra y no vuelve a levantarla. La madre de Shawn le lanza una mirada interrogante a su hijo, entonces es cuando me doy cuenta de que ellos ni siquiera sabían que iba a venir acompañado, y eso me enoja también.

La señora Price también es alta, su cabello negro está recogido en un moño elegante, trae puesto un vestido de color aceituna que resalta la palidez de su piel; se parece a Shawn, mucho. Se acerca dando pasos largos en sus enormes tacones que traquetean en el suelo hasta detenerse frente a nosotros.

—¿Y esta hermosa chica quién es? —pregunta con alegría, sin embargo, no la suficiente como para alegrarme. A mamá no le importa que invite amigos a la casa, pero la madre de Jas, por ejemplo, detesta que mi amiga no le avise que alguien irá; quizá a los padres de él tampoco les agrada la idea.

—Es Natalie, ¿te acuerdas que te dije que invitaría a una amiga? Bueno, pues aquí la tienes. —Su mano se flexiona en la mía, la verdad no sé quién de los dos está más nervioso.

—Oh, sí, ya recuerdo, perdona, creí que te referías a Hannah. —De acuerdo, eso me dolió, ¿los padres de Shawn también están deslumbrados con la chica? La señora Price me enfoca, sonriente, y me ofrece su mano—. Un gusto, cielo, soy Cathy.

Le regreso la sonrisa, a pesar de que no me siento feliz en absoluto, mis nervios y mis ánimos han disminuido considerablemente.

Los dos nos sentamos en un sillón, nunca suelta mi mano, eso es lo único bueno que tengo justo en este momento, pues creo que soy un fantasma, tal vez pueda llorar en el baño y lanzarle libros a las personas, eso sería divertido.

El tiempo pasa, miro alrededor y los observo, solo están las dos familias y yo, los adultos conversan de alguna cosa aburrida que apareció en las noticias. Cathy le pregunta a la otra rubia de la habitación si quiere algo de tomar, Hannah niega sacudiendo la cabeza, luego le pregunta a su hijo, posteriormente se pierde en la cocina para preparar las bebidas; no pasa desapercibido para mí el hecho de que no me preguntó.

Más tarde pasamos al comedor, el señor Price se coloca en el extremo, a su lado su esposa, luego Shawn y luego yo; del otro lado se encuentra la familia Carson, Hannah está justo frente a mí. Desde que llegué no me ha mirado ni una sola vez, al chico a mi lado sí, a él sí que lo ha visto bastante y creo que eso es muy evidente para todos ya que no lo disimula. Vi que él le correspondió unas cuantas sonrisas, pero la verdad no quise ver mucho porque no estoy en mi mejor estado de ánimo.

—Cathy, ¿te dijo Shawn que Hannah ganó el otro día en el concurso de debate? La hubieras visto, fue increíble —asegura su madre—. Estoy convencida de que será una abogada increíble, ya estamos investigando para que entre a la mejor universidad.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora