Will sonrió y la besó.

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Ally se tocaba los labios una y otra vez.

Tení dieciocho. Ella veinte. Y no había temido besarla. Era valiente. Y romántico. Y dulce. Tenía sentido del humor. Y era guapo. Y... Y tenía dos años menos que ella y además lo conocía hacía dos días.

-Esto es una locura.-Se repetía a sí misma.

Lyn no la había llamado. Estaba muy ocupada con los últimos detalles de la boda. Y no sabía a quién pedirle consejo para resolver lo ocurrido.

Ally siempre pedía consejo. A excepción de su consultorio, donde otros requerían que los aconsejara, ella siempre pedía ayuda cuando tenía que decidir algo. Le costaba mucho tomar decisiones sola. Sobre todo en temas amorosos. ¿Cuándo había sido la última vez que había decidido por sí misma?

Pensó un poco. Había sido con uno de sus novios. Le había dicho que quería casarse con él. Mala, pésima, terrible idea. Él se asustó y nunca volvió a verlo. Tal vez fuese mejor así. Y ese novio tenía unos meses menos que ella. Por eso había dicho hasta el cansancio que no volvería a tener novio, no menor que ella al menos.

Y desde ese día pedía consejo. A Lyn, casi siempre.

Pero esa era una época que marcaría un antes y un después en la vida de su hermana mayor. No podía seguir dependiendo de ella. Tenía veinte años. Era grande. Y tenía que tomar una decisión... Un momento.

-¿Decisión sobre qué? ¿Sobre si salir con Arthur o no? Ni siquiera me pidió que sea su novia. Y me conoce hace un día y medio. ¿Por qué supongo que quiere algo conmigo? Probablemente J.P. y Rebecca afectaron su razonamiento igual que el mío, y eso fue lo que pasó. No es una decisión que tomar. Directamente no existe tal cosa...

Pero Ally sabía que ahora no podía ignorar a Arthur. La había... Se habían besado. Eso no era ni fácil de ignorar ni fácil de olvidar.

Además, aquellos labios suaves... Las manos de él en su cintura... Sólo Lewis se había atrevido a poner sus manos en su cintura cuando la besó... Y luego había descubierto que la engañaba. El amor se quebró en mil pedacitos pequeñitos y cayó en un pozo profundo. Pero Arthur... Era muy guapo. Mucho más que Lewis. Era inteligente y divertido. Llevaba dos días con él y sentía como si fuese toda la vida...

Y luego estaban sus labios. Por alguna misteriosa razón no podía dejar de pensar en ellos. Y en el contacto suave pero seguro con los suyos. Sus lenguas rozándose suavemente. Las manos de él en su cintura. Sus dedos acariciando suavemente la zona. Y su respiración mezclada con la de él.

Mmm... Tal vez podría reconsiderar la edad que tendría que tener su novio. Pero se reprendió a sí misma pensando en que no era decisión de ella y que no había decisión que tomar.

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Arthur, por su parte, quería que la tierra se abriese bajo sus pies y lo tragase. Había besado a una chica mayor que él y que conocía hacía exactamente cuarenta y ocho horas. O menos. ¿Qué le pasaba a su cordura?

"Me dejé llevar por el momento. Lo siento."

Aquellas dos frases daban vueltas por su cerebro sin cesar. ¿Significaba eso que no quería tener nada que ver con él?

Pero las dos frases no eran lo único en lo que Arthur pensaba.

"Me devolvió el beso. Sus labios también se movieron. Sus manos tras mi nuca. Y pensar que nuestras lenguas se encontraron unos segundos. ¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Por qué de pronto beso a una chica que conozco hace dos días? ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo me haya enamorado de ella?"

Arthur, sin pensar en lo que hacía, salió de la habitación del hotel que parecía una pensión.

Se dirigió hasta la habitación de Ally y tocó la puerta. Ella abrió y se sonrojó.

-Oh. Eres tú. Ehh... Pasa.

Ally entró de nuevo a la habitación y se sentó sobre un sillón.

-Siéntate si quieres.

-No, está bien. Sólo quiero saber algo. ¿Quieres...?

Ally contuvo la respiración y se mordió la mejilla por dentro. Iba a pedirle que fuera su novia.

-¿...ir a ver la Torre Eiffel después de comer?-Preguntó Arthur.

Ella suspiró desilusionada.

-Claro.

-Genial. Paso por ti en unas horas.

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Los días pasaron rápido para Arthur y Ally. Ambos habían decidido actuar normal sin levantar sospechas de sus verdaderos sentimientos.

El último día en París llegó.

La excusa que Arthur había dado para viajar con ella, sobre la Universidad, dejó de funcionar en cuanto él visitó una universidad y no le gustó. Bien, seguiría en Londres.

Así que era el último día y... Y no sabían qué visitar.

-Tengo una idea.-Dijo Ally de pronto.

-¿Sobre qué?

-Sobre lo que podemos hacer hoy. Averigüemos sobre Rebecca y J.P.

Arthur alzó las cejas.

-¿Es en serio o es una broma?

-En serio. ¿Qué podemos perder?

-Tiempo, Al. Perdemos tiempo. Y no ganamos nada. Tal vez ambos murieron. Tal vez ella lo hizo. Tal vez él lo hizo. Quizás se reencontraron. Quizás no. Quizás se pelearon. Probablemente no hayan vuelto a verse. ¿Qué es lo que quieres averiguar?

Ally se acercó a él y le señaló su cuaderno.

-Podemos averiguar sobre la inscripción del candado. Y lo que finalmente ocurrió con ellos. Es nuestro último día y no tenemos en qué gastarlo. Hemos recorrido la ciudad de punta a punta. Hasta nos sabemos las calles, prácticamente. Esto nos distraerá un poco.

-Pero es probable que sólo sean extranjeros. No podremos seguirles el rastro en París. Si son de otro país... Ally, no es algo que valga la pena hacer.

-¿Entonces qué es lo que vale la pena?

Arthur la miró.

-Besarte vale la pena.-Susurró.

Ally desvió sus ojos grises hacia su cuaderno.

-Por favor, Arthur. Luego haremos lo que quieras si me sigues la corriente ahora. Por favor...

Arthur miró los ojos grises de Ally.

"Maldición. ¿Por qué siempre me dejo convencer?"

-De acuerdo, tú ganas.

Ally saltó de alegría en el sofá y lo abrazó. Arthur sonrió mientras ella volvía a hablar señalando su cuaderno. Tenía una buena idea sobre lo que haría cuando la investigación estuviese lista.

Junto al río Támesis (Emma Watson y Rupert Grint) [Grintson]Where stories live. Discover now