¡Por Dios! ¡Eso suena a drama desgarrador! Si esto fuera una novela, seguramente el escritor debe estar sonriendo al imaginar la situación, tal vez hasta está friccionando sus manos, riendo macabramente.

—Sé que eso no te importa y no tiene que ver contigo, es solo que Shawn sí tiene que ver con las dos. —Oh, no, ¡alerta! ¡Entramos a terreno peligroso! ¡Cuidado con los tiburones! ¡Aborta la misión, Natalie! ¡Corre por tu vida o muere! ¡Se acerca el tsunami! ¡El fin del mundo está cerca!—. Y te estarás preguntando qué tiene que ver Shawn en todo esto...

—En realidad no... —susurro antes de poder controlarme. Siento que mi corazón va a salirse de mi pecho, que voy a vomitar en sus lindas sandalias; pero al parecer no se da cuenta de que estoy a punto de devolver el puré de papa que comí en la cafetería a la hora del almuerzo.

—Sé que estás saliendo con Shawn, y respeto eso, él merece a alguien especial porque es único. —No me gusta nada el brillo que se apodera de sus ojos cuando dice eso, me hace tragar saliva—. Y sé que eres especial, nunca lo había visto tan contento.

—Pero... —Sus labios se aplanan, desvía la mirada y se queda viendo a algún lugar detrás de mí. Me giro y busco qué es eso que ha llamado su atención: Shawn. Él está ahí, riendo con Harold, haciendo caras graciosas que me hacen sonreír, siempre me han hecho sonreír las muecas que hace. De pronto, él me ubica y sonríe, me está mirando directo a los ojos mientras levanta una mano para saludarme, luego ve a Hannah a mi lado y su ceño se frunce.

—Me he dado cuenta de que sin él mi vida es muy vacía, no tenía a Liam, pero al menos tenía a Shawn; y no quiero dejarlo ir, es muy especial como para no intentarlo.

Mi cabeza gira tan rápido que me siento como el exorcista por un instante, mandíbula se abre al escucharla, eso... eso es...

—Eso es horrible y egoísta, Hannah, ¿por qué no dejas que Shawn sea feliz? Tú quieres a otro. —Niega con la cabeza, sus ojos se empañan.

—No, no me malentiendas, quiero a Shawn también. —Suspira entrecortadamente—. Desde que sale contigo me ha hecho a un lado, me di cuenta de que vale la pena que mi padre se enfurezca si eso significa estar con alguien que me quiere.

Su última frase me estruja el corazón un poco, ¡qué va! ¡Me lo desgarra por completo! «Estar con alguien que me quiere». ¿Shawn la seguirá queriendo? ¿Cómo reaccionará al saber lo que Hannah me está diciendo? De la nada siento las ganas de arrastrarla y encerrarla en los casilleros del gimnasio para que no pueda llegar hasta él, pero eso me convertiría en una lunática, ¿no?

—¿Y por qué me dices esto? —pregunto, ya sintiendo la molestia, empiezo a enojarme; y Natalie enojada lanza fuego, se convierte en el unicornio lanzafuego de los stickers del Messenger.

—Porque te respeto, no quiero lastimarte, Nat, creo que eres una chica genial y artística, y muchas veces me gustaría ser un poco como tú, poder trabajar en un restaurante de comida rápida y comerla sin preocuparme por que luego mi madre me lleve dos veces por semana al gimnasio a pesar de que lo detesto, o manchar mi cara con pinturas de colores, o solo poder amar a alguien libremente; pero voy a intentar recuperarlo porque Shawn es el único que de verdad se preocupa por lo que quiero.

La miro, la miro, la miro, no puedo dejar de mirarla.

Sus palabras se reproducen en mi mente al grado de desear que me explote la cabeza. No le contesto nada pues, ¿qué cosa, además de vete a la mierda, podría decir?

Reacomodo mi bolso y salgo de la escuela dando pasos largos, una gotita sale de mi ojo derecho, mientras me dirijo a la parada de autobuses. Mi garganta se siente un poco apretada, y mi pecho pesado. Muerdo el interior de mi mejilla y me repito que no debo llorar, no soy una debilucha, soy una chica fuerte.

Pienso en comida, en Cecile siendo graciosa, en el cabello azul de mamá, en Frank diciendo la palabra mierda. La aflicción disminuye un poco, pero al subirme al autobús solo puedo pensar en Hannah diciéndome que luchará por Shawn, lo peor es que me siento en desventaja porque aunque sé que le gusto, no estoy segura de que me quiera; no como a ella.


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