- Mañana haré pública mi decisión- dijo con seguridad y firmeza, pero con un pequeño temor en su mirada. Aden asintió, y luego, se dispuso a marcharse de allí para dejarlas charlar a solas. Ya no tenía nada que tratar allí y comprendía que después de todo lo ocurrido, necesitasen hablar. 

    Cuando Aden se marchó de la sala, ambas guardaron silencio durante unos minutos, esperando a que la otra rompiese el silencio diciendo cualquier cosa. Realmente Clarke quería estar en esos momentos en la cabeza de la Comandante para saber que estaba pasando por ella. En la suya, sólo cabía la idea de tener a Lexa de nuevo lejos de ella, en Polis volviendo a comandar. Tenía miedo de perder a la verdadera Lexa, a la chica que se había integrado en Arkadia, la chica que se había arriesgado por completo para salvar a sus amigos. 

   - ¿Qué piensas, Clarke?- La rubia levantó la mirada, observando la de la Comandante, que suplicaba consejo. 

   Clarke bajó la mirada durante unos segundos mientras acortaba la distancia entre ella y Lexa y luego, volvió a subirla para clavar sus ojos en los de la Comandate.

    - Pienso que por una vez, deberías elegir con el corazón y no con la cabeza- contestó sin ninguna duda, con sinceridad en su tono de voz, que parecía un poco quebrado. Lexa asintió con lentitud, pensando a la vez en el peso que tenían las palabras de Clarke. Por primera vez en la vida de la Comandante, su corazón estaba dividido en dos y ella, irremediablemente estaba colocada en el medio, sin saber qué parte elegir porque lo que estaba claro, era que no podía optar a quedarse con ambas. 

    - Un Comandante no debe elegir con el corazón- dijo pasados unos segundos, cómo si esas palabras estuviesen ancladas en su garganta, cómo si no quisiesen salir, pero ciertamente, esa era la única verdad. 

    Clarke le sonrió de forma tierna, se agachó, arrodillándose enfrente de ella y le cogió las manos con dulzura, acariciándolas con delicadeza y manteniendo sus miradas unidas. La de Lexa parecía rota, aguantando la explosión que en ella parecía querer producirse, mostrando dureza ante unos sentimientos que Clarke ya había conseguido leer. 

   - Tú eres mucho más que una simple Comandante- eso fue lo único que le dijo, lo único que Lexa necesitaba escuchar en esos momentos. Algo que otro quizás no entendería, pero algo que ella comprendía a la perfección. Sin poder evitarlo, la Comandante le devolvió la sonrisa y sin querer, bajó la mirada a los labios de la rubia, que estaban ligeramente entreabiertos. Dudó durante unos segundos, pero después de todo lo que había pasado, después de haber estado apunto de perderla otra vez, sólo quería probarlos por fin, sin temer que con eso cortase el respeto que le tenía a Clarke, pero cuando el rostro de la Comandante estuvo lo suficientemente cerca de el de ella como para poder besarla por fin, ésta se separó, poniéndose de nuevo en pie. Lexa la miró de manera confusa, completamente expectante por saber qué había hecho que Clarke se separase porque ciertamente, creía que ella también quería besarla. La rubia medio sonrió. - Lo siento, Heda...- y al decir aquello, Lexa lo entendió todo, así que apretó la mandíbula y dibujó su mirada de una profunda firmeza. -...Pero no creo que le convenga a una Comandante estar con alguien como yo. La vida de Comandante, debe vivirse sola- Lexa asintió, conforme con lo que había dicho, porque sabía que tenía razón, sabía que aunque las cosas eran distintas, una Comandante no podía tener lazos con nadie. 

     Clarke agachó la mirada durante unos segundos y luego, volvió a mirar a Lexa, dándole a entender que mientras ella prefiriese el puesto de Comandante, ellas no podrían estar juntas. Y lo entendió. Lo entendió porque sabía que si lo aceptaba de nuevo, Clarke tendría que volver con su pueblo y ella, tendría que quedarse con los suyos. Su relación no funcionaría. 

    - Lexa siempre tendrá un hueco en Arkadia- le dijo con sinceridad, con una profunda esperanza en sus ojos antes de agachar su mirada, intentando encontrar la fuerza para terminar la frase, para contemplarla con la confesión más sincera que podría darle. Lexa la miró impaciente por escuchar lo que esperaba que le dijese, pero aquello nunca llegó, o al menos no en ese momento. 

May we meet again. Where stories live. Discover now