Lexa intentó reflexionar sobre lo que había dicho. Era cierto que Clarke había tenido mucho contacto con los terrestres, con Polis y con ella, pero todo lo había hecho a favor de su pueblo. De hecho, si alguien sabía que no había nada antepuesto a su pueblo para Clarke, era Lexa, que había comprendido lo que realmente significaban los Skaikru para ella. 

    Clarke volvió a negar la cabeza para después agacharla. No sabía cómo Bellamy podía pensar así de ella. No sabía cómo no le había demostrado lo contrario después de todo lo que había hecho. 

   Lexa le levantó la cabeza con delicadeza, obligando a que sus ojos chocasen con los suyos una vez más mientras su mano seguía acariciando la de ella sin detenerse. 

    - Wanheda ha hecho posible todo esto- la obligó a mirar a su al rededor. La obligó a ver cómo los suyos charlaban entre ellos, como se reían, como disfrutaban de un buen desayuno, cómo estaban en paz. - Wanheda y Clarke me han salvado la vida- le sonrió con dulzura, llevándose con la yema de su dedo la lágrima que caía por su mejilla. - Sin Wanheda no habría paz. Sin ti, Clarke, nada de esto habría sido posible. 

    Las palabras de Lexa habían conseguido que sin quererlo, el ánimo de Clarke subiese repentinamente. Sabía que tenía razón porque la Ex Comandante fue la única en luchar con ella para establecer la paz desde Polis. Cuando Lexa te hablaba desde tal sinceridad no podías hacer otra cosa que creerla, no podías hacer otra cosa que motivarte a ti misma y dejar que ella colaborase en eso. Era la magia que Lexa tenía sobre Clarke. La magia que deseaba por sentir de una manera más intensa. 

    - Creo que voy a acostumbrarme demasiado rápido a tu presencia en Arkadia- sonrió por fin, provocando que la sonrisa de Lexa se intensificase. Lo había conseguido. Había conseguido animarla y se sentía profundamente orgullosa por ello. 

    - Creo que...- la Ex Comandante pareció pensarse durante unos segundos lo que iba a decir, luego, sonrió. -...Arkadia no es un mal sitio para vivir. 

    - ¿Has tenido que probar una de nuestras duchas para darte cuenta de eso? 

   - No. He tenido que verte a ti sonreírme para darme cuenta de eso- ésta vez, Lexa no sonrió. Le mostró la sinceridad desde la seriedad de su rostro, desde el brillo de su mirada, desde los escalofríos que ambas sintieron en el momento en el que las palabras de Lexa acariciaron el oído de Clarke haciéndola sentir irremediablemente importante para alguien, para ella. 

    En ese momento, alguien las interrumpió por completo. Octavia llegó y apoyó las manos en la mesa, provocando que ambas se separasen un poco, recostando su espalda en el asiento y separando las manos que tenían unidas. 

     - ¿Interrumpo?- preguntó sonriente. 

    - No- contestó en seguida Clarke, algo ruborizada aun por lo que acababa de pasar. ¿Se habría dado cuenta Lexa de lo loca que la había vuelto repentinamente? 

    - Bien. Porque tú y yo tenemos trabajo- Octavia se dirigió a Lexa, que en seguida se levantó del asiento para cumplir con lo que Kane le había impuesto. - Deséale suerte- la morena le dio una pequeña palmadita en la espalda a la Ex Comandante. Ahora que había dejado atrás su puesto de Heda, Octavia no temía en tener ese tipo de gestos con ella. Ya no le imponía tanto como antes. 

    - Suerte- le dijo Clarke con la misma sonrisa que tenía cuando le soltó aquello, con el mismo rubor y con el mismo brillo en sus miradas. Lexa, le devolvió la sonrisa, entendiendo perfectamente que había conseguido lo que quería con ella, hacerla sentir los mismos escalofríos que la Ex Comandante había sentido. 

    - Bueno, me la llevo. Pasa un buen día Wanheda- Octavia agarró a Lexa por el hombro y desapareció con ella del bar. 

    Desde que Lincoln había aceptado el puesto de guardia, tuvo que dejar de enseñar a los niños sobre las costumbres de los suyos era por eso que Octavia se ocupaba de hacerlo ya que después de Lincoln era la que más sabía sobre los terrestres, pero ahora que estaba Lexa, todo sería más fácil. Hasta ella podría aprender más sobre su cultura, su manera de pensar, de vivir y sobre el lenguaje, que aunque lo controlase bastante bien, no conseguía hablarlo con la misma fluidez que su novio. 

May we meet again. Where stories live. Discover now