Al final Hannah se desahogó alrededor de veinte minutos, y después empezó a hablar de Liam. Oficialmente volvieron, siento extraño por pensar esto porque sé que una parte de mí todavía tiene una esperanza, pero por primera vez me siento feliz y espero que dure su relación.

No puedo olvidar algo que se ha ido construyendo con el tiempo de la noche a la mañana, en el amor no hay bola demoledora que destruya todo con un solo golpe, se necesita quitar ladrillo por ladrillo para poder dejar de querer a alguien. Y quiero dejar de querer a Hannah por completo, que no quede ni un poco de cemento. Nat vale la pena.

Salgo quince minutos antes de que suene el timbre del almuerzo para buscar a Natalie afuera del salón de Química pues es la clase en la que está en este momento. Harold palmea mi hombro a modo de saludo y camina junto a Jasmine, mis cejas se disparan, escuché que la amiga de Nat volvió con Greg; pero, al parecer, a Harold no le importa.

Me quedo de pie como un poste, esperándola. Cuando los alumnos escasean y ella no sale de ahí, me asomo. El salón está vacío, su banca está vacía. ¿Tal vez fue al baño? Camino hasta ahí, espero a que alguien del sexo femenino decida entrar.

—¿Podrías decirme si Natalie Drop está adentro? —le pregunto a una chica que me observa como si estuviera demente.

Una vez adentro, se asoma por la ventanilla de la puerta y niega con la cabeza.

Y así pasan los minutos, la busco por todas partes: la biblioteca, el laboratorio, el jardín, el estacionamiento, la dirección y, por último, la cafetería.

Sin más remedio —y debido a que no contesta mis llamadas—, me acerco a Jasmine quien eleva una mirada malhumorada hacia mí. Alza una ceja, no es la persona más amable, pero nunca me ha tratado así. Es decir, las pocas veces que hemos coincidido por lo menos me sonríe.

Algo en su actitud me hace pensar que está enojada

—¿Sabes dónde está Natalie? —pregunto.

Me da una sonrisa forzada y deja el tenedor en el plato, Greg me da una mirada de reojo e, incómodo, se acomoda en su asiento.

—¡Ahh! ¿Así que ahora ya tienes tiempo? No te preocupes, ya no necesita charlar con nadie, me encargué de ello. —Se gira y me ignora, me siento como un estúpido parado en medio de la cafetería, siendo ignorado por la mejor amiga de la chica que me gusta y pensando que, quizá, Natalie de verdad necesitaba hablar con alguien y me eligió antes que a esta chica, sin embargo, yo me fui con Hannah.

—Soy un idiota —murmuro en un suspiro. Me aclaro la garganta—. Por favor, ya la busqué por todas partes, no tengo idea.

—Tómalo como un señal, si la conocieras, sabrías dónde demonios está. —Gruñe entre dientes y mastica su comida con agresividad.

¡Vaya! ¡Sí que es grosera si se lo propone!

—Salón de artes —dice Greg, quien se gana una mirada mortal.

—¡¿Por qué demonios le dijiste, Gregory Lancot Fisher?!

—Mírale la cara, Jas, está preocupado y... —No me quedo a escuchar la conversación. Salgo rápidamente del sitio para dirigirme al lugar correcto.

El pasillo está desolado, lo que me favorece a no hacer pausas innecesarias. La puerta está abierta, así que me asomo y veo al pequeño cuerpo sentado en un pupitre. No puedo verle la cara porque su cabeza está agachada y su cabello rubio la cubre. Sus manos se mueven sobre un papel, desde aquí puedo ver sus dedos manchados de carboncillo negro.

Permanezco unos segundos de pie en el umbral, contemplándola. Las palabras de Jasmine se repiten en mi mente, no la conozco lo suficiente, si lo hiciera, me hubiera dado cuenta que en verdad quería charlar.

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora