Una vez hecha mi tarea, me dirijo hacia un puestito de frituras ignorando lo que tiene por decir, pero luego veo otro de helados, a lado uno de hot-dogs y de banderillas que me llaman y me juran amor eterno, por algún lado vi uno de tacos y no puedo no mencionar el de pizza.

Le hago caso a quien jura cuidar mi corazón, así que pido una banderilla y le pongo mostaza y cátsup. Me quedo a mitad de camino, estorbándole al resto de los estudiantes porque la primera mordida es lo más importante. Gimo con deleite al saborear el manjar.

—Eso fue súper sexy —dice Shawn a mis espaldas, quiero girarme para carcajearme, pero me envaro y me quedo quieta en cuanto uno de sus brazos me rodea y sostiene una gerbera rosa frente a mí con la otra—. No sé cuáles son tus favoritas, vi esta y pensé en ti.

—Es perfecta. —Ni siquiera tengo una flor favorita, nunca había pensado en eso antes. Acepto el regalo y la miro como si fuera un sol, qué linda flor.

Me quita lo que estaba comiendo y le da una gran mordida, dejo que coma y no le hago un drama solo porque sus labios se ven geniales cuando los relame para quitarse las migas de pan.

Quiero suspirar como una doncella enamorada porque esa lengua estuvo dentro de mi boca. ¿Por qué tengo que pensar en eso justo ahora?

—¿Hiciste la broma? —Afirmo con un sonido nasal a lo que él sonríe—. Eres un terremoto, ¿ya te lo había dicho?

Nuestro día consiste en ir de puesto en puesto. Nos detenemos en el karaoke, donde me reta a cantar una canción, claro que todos a mi alrededor me miran como si fuera una foca retrasada que cree que canta bien. Canto horrible, creo que puedo entender por qué Cecile cortó el agua caliente el otro día mientras me duchaba.

Entre risitas burlonas, vamos hacia una alberca que pretende ser un estanque, Shawn toma una caña de pescar para atrapar un pescadito magnético, se supone que tiene un sticker con tu premio, al final no ganamos nada pues el jodido pescado nunca se pegó a la caña.

Luego nos detenemos a ver un concurso de quién come más, dos tipos se sientan en una silla y comienzan a ingerir pastel de chocolate como unas bestias expertas en comer. Me quedo asombrada viendo cómo el pastel va desapareciendo.

—¿Por qué yo no puedo comer así? —susurro la pregunta.

—Queso y comida, ¿eso es lo que más te gusta? —cuestiona, divertido, tomando mi mano y arrastrándome lejos del espectáculo.

La última atracción es un toldito con muchos peluches y una ruleta al fondo. La maestra de Física nos explica que debemos girar la ruleta y luego elegir si es que ganamos algo. Shawn la gira con fuerza después de pagar, ambos observamos cómo da vueltas.

Incluso me siento como un gatito en uno de esos videos donde mueven la cabeza siguiendo algo con la mirada.

Se detiene en el color rojo y nos muestra los premios que correspondientes. Inspecciona con detenimiento, quiero sonreír como una estúpida cuando dice:

—El unicornio. —Y cuando me lo tiende con su coqueta sonrisa de lado, no quiero sonreír, quiero besarlo y derretirme en sus brazos. Sip, creo que Cupido anda suelto el día de hoy.

Es de color rosa, sus cabellos son celestes, combina con mi flor.

Nos tomamos muchas fotografías. Al final, cuando ya no podemos caminar más, compro dos helados y nos sentamos en las gradas que, misteriosamente, está siendo ocupada por muchas parejas acarameladas que me ponen los pelos de punta. ¡Vamos! ¡Ya soy una chica grande que puede tener una conversación con su crush sin tartamudear y sudar!

Miradas azucaradas © ✔️ (AA #1) [EN LIBRERÍAS]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt